Apenas pasaban unos minutos de la medianoche cuando Jacobo Piñeiro, autor confeso del doble crimen de la calle Oporto de Vigo, abandonó la cárcel de A Lama en la que pasó los últimos cuatro años.

Ya era 13 de julio y se agotaba el plazo máximo de prisión provisional que prevé la ley. Y escasas horas después cumplió con la primera de sus comparecencias diarias en la Audiencia viguesa: el joven acudió el jueves por la mañana a firmar a la Sección Quinta, la sala que lo enjuiciará en septiembre y a la que deberá acudir día tras día para cumplir con una de las medidas cautelares decretadas en el auto de su libertad provisional.

Un hecho que no pasa por alto su nuevo abogado de oficio, Gerardo Acosta, que también ayer mismo presentó un escrito en esta sala solicitando que estas comparecencias se lleven a cabo en los juzgados de Cangas, donde reside la familia del acusado. Sobre el riesgo de fuga del que alertaron las acusaciones, el veterano letrado vigués emitió su opinión: «No creo que escape, así de claro».

Juicio

Tras hablar con su familia, ellos son los primeros que dicen que si se tiene que enfrentar a un juicio lo hará. Lo cual no quiere decir que mañana desaparezca. «Yo, por supuesto, no seré el que se lo aconseje». Jacobo Piñeiro, que tiene un hijo menor de edad, pasó ayer su primer día en libertad, lo que ha supuesto un duro golpe para la madre de uno de los dos jóvenes gays fallecidos, que confiesa su miedo y teme que el joven huya. Fuentes de Instituciones Penitenciarias confirmaron que dejó la prisión pasada la medianoche, cuando apenas transcurrían unos minutos de la jornada del 13 de julio.

Entre las nueve y las diez de la mañana de anteayer ya debía acudir a firmar a la Audiencia de Vigo, como tendrá que hacer todos los días, una medida que cumplió. Poco antes de las diez menos cuarto entró por el edificio judicial. Permaneció en la Audiencia casi media hora para después abandonar apresurado el inmueble en dirección a un coche que lo esperaba, sin realizar ningún tipo de declaraciones a la prensa.

Las medidas cautelares impuestas al joven, además de esta comparecencia diaria, son la retirada del pasaporte y la prohibición de salir del territorio nacional, algo por lo que velarán las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, según concreta en el auto el magistrado, que no le impuso la pulsera GPS solicitada por la Fiscalía porque la ley no contempla ninguna medida de vigilancia telemática para el cumplimiento de la prohibición de abandonar el país. El abogado defensor de Piñeiro afirmó que las medidas son las «habituales» en «casos similares».

De 73 años de edad y con casi 45 de experiencia en la abogacía, confiesa que es su caso más complejo, sobre todo por la «presión social» que hay en torno a su cliente, con el que tenía previsto entrevistarse anteayer.

Juicio

«Va a ser un asunto difícil por las circunstancias que lo rodean; soy de los que opino que debe haber un silencio respetuoso por una persona que posiblemente sea condenada y que deberá pagar, sin necesidad de usar un sacacorchos para sacar la pena», dice Gerardo Acosta. A la espera de estudiar la causa a fondo y entrevistarse con el acusado, explicó las 57 puñaladas a las víctimas «por la pérdida de control que sufrió [Piñeiro] dominado por el pánico, el alcohol y las drogas». «Sin quererlo, pero lo hizo», afirmó.