Demografía

El crecimiento imparable de la población humana toca a su fin

Tres cuartas partes de las naciones caerán por debajo de las tasas de fecundidad de reemplazo en 2050

La población de Japón registra años consecutivos de disminución poblacional.

La población de Japón registra años consecutivos de disminución poblacional. / FRANCK ROBICHON

Eduardo Martínez de la Fe

Eduardo Martínez de la Fe

La natalidad está cayendo en todo el mundo y nadie sabe por qué: no es solo por la economía o la familia. Es algo cultural, psicológico, biológico, cognitivo, que demanda una reorganización de la sociedad ante un futuro humano difícil de imaginar.

Las tasas de natalidad están disminuyendo a nivel mundial, lo que marca un cambio significativo respecto al crecimiento constante que la humanidad ha experimentado durante el siglo pasado.

En Estados Unidos, por ejemplo, la caída de la natalidad registró en 2023 el índice más bajo desde 1979, señala Bommberg. Según un análisis del Institute for Family Studies, alrededor de un tercio de los jóvenes estadounidenses de entre 18 y 19 años de hoy no se habrán casado cuando cumplan 45 años en 2050.

La población de Japón también está disminuyendo a un ritmo récord, a medida que se desploman los nacimientos, destaca FT. En 2023 perdió 100 nacimientos por hora, la mayor cantidad en un año desde que comenzaron los registros comparables en 1950. Parte de esta disminución fue compensada por la inmigración, que alcanzó un récord de 3,2 mm en junio de 2023. Mientras, Corea del Sur sigue rompiendo su propio récord de tasa de fertilidad más baja del mundo, advierte Blommberg.

El remate a estos ejemplos lo pone The Lancet: proyecta que tres cuartas partes de las naciones del planeta caerán por debajo de las tasas de fecundidad de reemplazo de la población para 2050, lo que concentrará el crecimiento en una minoría de estados de bajos ingresos en África subsahariana y Asia, que enfrentan graves amenazas por la escasez de recursos y el clima. Se prevé que los países del África subsahariana representarán la mitad de los nacimientos mundiales para 2100.

Tendencia global

La caída de la natalidad, que antes se limitaba a democracias ricas como Alemania y Corea del Sur, ahora es una tendencia global, lo que obliga a las sociedades a enfrentar preguntas difíciles sobre su futuro.

Las sociedades que envejecen con poblaciones en declive ya son una realidad en países como Italia y Japón, donde las bajísimas tasas de fertilidad han reducido la fuerza laboral y han afectado a las finanzas públicas.

Pero la escalada de la transición demográfica en el próximo siglo, cuando todos los países y regiones se verían afectados, es mucho más difícil de imaginar o de anticipar, señala un documentado informe publicado por The Christian Science Monitor.

La población global, actualmente de 8 mil millones, tiende a alcanzar un pico de 10 mil millones y luego comenzará a disminuir, lo que señala el final del crecimiento sin cesar de la humanidad, añade.

Nueva situación

Pero hay aspectos totalmente nuevos en esta evolución demográfica, señala Anna Rotkirch, directora de investigación de la Federación de Familias del Instituto de Investigación de Población de Finlandia, en declaraciones a FT: "lo extraño de la fertilidad es que nadie sabe realmente qué está pasando. Las respuestas políticas no se han probado porque es una situación nueva. No está impulsada principalmente por la economía o la familia. Es algo cultural, psicológico, biológico, cognitivo".

Puede que esta tendencia se deba a la idea de que la fertilidad de la humanidad excede las capacidades de la Tierra, o a la creciente incertidumbre sobre el futuro del planeta, como ya hemos analizado. Lo cierto es que esta situación plantea cuestiones delicadas sobre la viabilidad de una población próspera, con instituciones fuertes y duraderas, plantea CSMonitor.

Hasta hace poco, la disminución de la fertilidad se debía a que las familias tenían menos hijos que sus padres y abuelos. Ahora la dinámica clave es la falta de hijos, matiza Rotkirch.

En Finlandia, por ejemplo, tres cuartas partes del reciente descenso de la fertilidad son atribuibles a personas que no tienen hijos. Casi el 40% de los hombres con bajo nivel educativo no tienen hijos a la edad de 45 años (y probablemente de por vida): una proporción “enorme”, según Rotkirch. La mayoría no tiene pareja. Los hombres tienen la misma probabilidad que las mujeres de decir que quieren tener hijos, pero es más probable que no los tengan.

Impacto socioeconómico

La disminución de las tasas de natalidad tiene implicaciones económicas y sociales significativas. Una fuerza laboral en contracción puede provocar escasez de mano de obra, reducción del gasto de los consumidores y disminución de la innovación. De hecho, se constata en Estados Unidos una caída premonitoria de lo que puede ser un fenómeno global: el descenso de alumnos en las universidades, que se precipitará después de 2025, precisa CSMonitor.

Además, grupos de población cada vez mayores ejercerán una mayor presión sobre los sistemas de seguridad social, ya que habrá menos trabajadores disponibles para apoyar a un número creciente de jubilados. Sin inmigrantes, la población estadounidense en edad de trabajar se reduciría, tal como ya está pasando en Japón.

Un análisis de la Congressional Budget Office (USA) certifica al respecto que después de 2040 la inmigración neta representará todo el crecimiento de la población estadounidense. La inmigración neta a Estados Unidos fue de 2,6 millones en 2022 y de 3,3 millones de personas en 2023, muy por encima de la media de 900.000 entre 2010 y 2019.

Las variaciones genéticas ligadas a las proteínas están relacionadas con el surgimiento de enfermedades que afectan a la población mundial.

El futuro demográfico humano es incierto. / Crédito: Pixabay/CC0 Public Domain.

Respuestas políticas

Ante esta situación, los países desarrollan diversas estrategias para gestionar las bajas tasas de natalidad, con resultados mixtos. Algunos han ofrecido incentivos financieros, como pagos en efectivo o bonos por bebés, mientras que otros han implementado campañas de educación pública que alientan la reproducción.

Francia, que en 2023 registró el número de nacimientos más bajo desde 1946 (una situación parecida a la que arrastra España desde hace décadas) ha logrado mantener una tasa de natalidad relativamente estable y al mismo tiempo aumentar la productividad y el empleo para compensar los desafíos económicos derivados de una fuerza laboral en contracción. Pero esta estrategia puede no ser suficiente para todos los países, especialmente aquellos con mayores dificultades estructurales o demográficas, según los expertos.

Hay otro factor compensatorio, completamente inhumano: las restricciones a las opciones reproductivas pueden frenar la caída demográfica, como pasa en Estados Unidos con su desigual prohibición del aborto: donde se ha aplicado, ha aumentado un 2% la natalidad, unos 30.000 nacimientos adicionales cada año. Otros países podrían restringir también los derechos reproductivos de las mujeres para impulsar las tasas de natalidad.

Un replanteamiento radical

Lo que queda claro es que la sociedad debe reorganizarse para revertir esta tendencia: la disminución de las tasas de natalidad requiere un replanteamiento radical de las políticas, especialmente en los países desarrollados, donde las elecciones de estilo de vida asociadas con la riqueza económica contribuyen a las tasas de fertilidad más bajas.

Propuestas como la creación de clínicas de atención preconcepcional, la implementación de programas de conciencia sobre la fertilidad, la provisión de vivienda asequible para las parejas jóvenes, proporcionar un ingreso básico universal a los menores de 30 años, y el acceso a instalaciones de cuidado infantil de alta calidad, podrían ayudar a abordar el problema.

Además, puestos de trabajo flexibles y a tiempo parcial para parejas con hijos y la provisión de tratamientos seguros de reproducción asistida, suaves y de bajo costo, podrían ser también esenciales para abordar la cuestión.

¿Corrección poblacional?

Pero, de momento, lo que se impone es la tendencia a la contracción poblacional que ya ha sido anticipada, en un contexto más complejo, por el destacado científico William Rees: considera que una drástica corrección poblacional es inevitable debido no solo al agotamiento de los recursos, sino también a la sobrecarga ecológica y social que genera el actual sistema económico y político.

La incógnita demográfica está planteada.