«Para dedicarte a la gimnasia rítmica tienes que llevarlo en la sangre. Que te apasione. Porque hay veces en las que llegas a plantearte si merece la pena». Son las palabras de Laura Masot, una joven entrenadora que durante muchos años fue gimnasta. Y esta malagueña es uno de esos miles de deportistas que después de haberse dejado la piel, por caprichos del destino, no llegó a alcanzar sus sueños.

Laura entrenó y lo dio todo para participar en un Campeonato de España. Y lo consiguió. El varapalo llegó cuando su entrenadora la llevó de suplente y no tuvo su oportunidad de debutar en un Nacional. Algo que pasa cada día en el deporte. Pero algo que deja huella, como la que ha dejado en la protagonista, que ahora y desde hace varios años, dedica sus días a formar a otras gimnastas para que, ellas sí, alcancen sus objetivos.

Es otra manera de vivir el deporte. Desde la banda, preparando coreografías, aprendiendo de las rivales y moldeando a grandes deportistas. Y otra manera de revivir momentos, y ahora sí, disfrutarlos.

Laura Masot, hija del fundador del Club Gimnasia Rítmica Málaga, tiene a su cargo a un buen número gimnastas y ha vivido ya muy buenos momentos como entrenadora, aunque el mejor fue ver por primera vez a una alumna suya en el cajón de campeona en un Campeonato de España. «Fue como quitarme la espinita de competir en un Nacional. Fue emocionante. Se me saltaron las lágrimas. Era una mezcla de felicidad por el trabajo y de estar orgullosa de mi alumna», dice.

Esta malagueña empezó en el mundo de la gimnasia a los 8 años. Y fue de rebote. Cosas de la vida, una profesora del colegio en el que estudiaba le dijo a su madre que tenía flexibilidad y que podría destacar. «Ni sabía lo que era la gimnasia rítmica. Nadie que conocía la practicaba, pero mis padres decidieron llevarme a un pabellón para que probase», dice.

Todo empezó en el Pabellón Tiro Pichón, que era una Escuela Municipal. Tras ese primer contacto, a los 11 años se apuntó a la Escuela de Carranque, para estar en un Centro de Tecnificación donde prepararse para competir. En esa época participó en la Copa de Andalucía, un torneo en el que se alzó varias veces campeona y subcampeona, lo mismo que en varios campeonatos provinciales.

Su siguiente destino fue el Club Benalmádena, a los 13 años. «Estuve dos años y me entrené en el Grupo A para intentar clasificarnos para el Campeonato de España Júnior en Barcelona. Y lo conseguimos. Fuimos y terminamos séptimas. La pena que me ha quedado es que fui de suplente y la entrenadora no me sacó. Me quedé en el banquillo», recuerda.

Aquella época, no obstante, y pese a las verdaderas palizas que se daban entrenando, la recuerda con cariño. «Entrenábamos cuatro horas diarias, los domingos incluidos», dice.

Fue precisamente en esa época en la que nació el Club Gimnasia Rítmica Málaga. «Recuerdo que mi padre me tenía que llevar todos los días desde mi casa en Málaga hasta Benalmádena. Ahí surgió la idea de fundar el club. Te hablo del año 1997. Mi padre se puso en contacto con Leonor Dupuy, –una ex gimnasta conocida a nivel internacional y que había sido entrenadora de la selección española– y se embarcaron en la aventura», comenta.

En esos primeros tiempos del club, el equipo de gimnastas en el que estaba Laura –que tenía 14 años– participó en el Campeonato de Andalucía. Y fueron terceras. En la teoría ese resultado les clasificaba para el Campeonato de España. Laura, por fin, estaba cerca de sacarse la espinita de haberse quedado sin competir. Pero al tratarse de un club recién fundado, no obtuvo finalmente la codiciada plaza, que fue para otras. Aquello fue la gota que colmó el vaso y esta malagueña pasó de entrenar a ayudar a su entrenadora.

«Leonor venía de la selección y aprender de ella era increíble. Era lo mejor. Después de dos años ella lo dejó y yo me quedé. Desde entonces y hasta ahora he trabajado lo mejor que he podido para formar a mis alumnas. Y gracias a ellas sigo disfrutando de la gimnasia y he encontrado mi sitio», termina.