Nunca antes una decisión de un entrenador había levantado tanta expectación. Para un compañero de oficio, el hecho en sí, es como una especie de reivindicación de la importancia de una figura como el entrenador, tan denostada en tantas y tantas ocasiones, por tantos y tantos «opinadores» de salón. Guardiola habló, y dijo lo que uno desde estas mismas líneas, y en este mismo espacio anuncié osadamente, lo que ahora ha manifestado en una multitudinaria rueda de prensa.

Que el pasado día 25 de febrero cuando escribía un artículo llamado «Guardiola», donde escribía mis sensaciones respecto a su continuidad en el banquillo. Hablaba de entrenador a entrenador, algo nada fácil de hacer en público, y sí muchas veces hecho en privado. Mi última parte del artículo decía así:

«Desde la distancia, mi osada impresión es que no va a continuar. Cierto agotamiento que debe recuperar a pesar de los triunfos que parecen interminables. Y siguiendo en mi osadía, creo que se pasará un año de esos que llamamos sabáticos, y que retornará con la fuerza y la ilusión que requiere sentarse en uno de esos banquillos en los que se necesita tener centradas todas las energías. Y ese banquillo apuesto porque no será en España. Si no fuera así, le daremos la enhorabuena al Barça. Interesante incógnita a despejar».

Esta incógnita ya está despejada. Veremos ahora si se toma esta temporada para llenar su alma de energías. Decisión por la que apuesto como ya hice hace esos meses, y estoy seguro que su próximo destino será fuera de España. No tengo ninguna bola de cristal, solo que uno es sensible a lo vivido por él. Lo entiendo perfectamente. Entiendo su sentir y su agotamiento. Algunos querrán buscar de una manera retorcida otros motivos para descalificarlo, porque tantos éxitos en tan poco tiempo para algunos es muy difícil de digerir. Ese contravalor llamado envidia que tanto daño hace.

También descubres una vez más la insensibilidad de los jugadores. Casi ninguno se entera de lo que un entrenador sufre o siente. Todos los jugadores del Barça estaban seguros, y así lo declaraban, de que continuaría, pero ninguno era consciente del desgaste sufrido. Como siempre, viven alejados de la realidad aunque esa realidad esté tan cercana.

Ha sido una decisión meditada, muy meditada. Estaba seguro que su deseo era no seguir, y lo único que me hizo dudar fue el resultado adverso en Champions esta semana pasada. Tal vez la responsabilidad hacia el club que representaba, le podría hacer dudar. Pero ni por esas. La decisión estaba tomada. Y se va en la derrota, no en la victoria. Una de las paradojas del período más exitoso de la historia del club, y de la historia del fútbol de siempre. Quizás quede para el especulador, la duda de, ¿qué hubiera ocurrido si hubieran ganado la Champions?, ¿hubiera seguido? Honestamente creo que tampoco hubiera alterado su decisión.

Uno que ha vivido la alta competición desde lo más alto, sabe lo que es sufrir el agotamiento, el vacío de quedarte sin fuerzas, y la necesidad de tener tu espacio y tiempo para recuperarlas, y volver lleno de energías. Es imposible sobrevivir en esa crudeza que se llama competición sin esa fortaleza anímica y mental. Lo entiendo perfectamente. Guardiola es uno de los grandes ya, pase lo que pase. Su templanza y elegancia, muy lejos de aquellos entrenadores histriónicos que convierten su andadura en un camino de sobresaltos llenos de ansiedades, y que terminan transmitiéndolo a sus equipos, lo convierten único en su género. Ha sido y es un soplo de aire fresco para los banquillos, pese a quien le pese.

Seguirá ejerciendo su magisterio allá donde vaya, y los demás seguiremos admirando su talento, dentro y fuera del césped. Toda la suerte.