¡Ganamos, ganamos, ganamos! El Unicaja se dio un baño de autoestima en La Fuente de San Luis. Un baño que sabe a gloria. Que puede valer un pase a semifinales. Todo y nada está hecho. Todo y nada está decidido. Quizá por eso, Berni Rodríguez, el capitán, salió, ya en chanclas, a saludar a los 100 malagueños, a los 100 valientes, que ayer se metieron 18 horas de autobús, nueve para venir a Valencia y otras nueve de vuelta a casa. Berni sabía mejor que nadie que nada estaba hecho. Que se ganó, sí. Y de qué forma. Pero su vuelta a la pista, con La Fonteta ya vacía, con la única presencia de los 100 de verde, era de puro agradecimiento. Gracias por estar aquí. Gracias por estar con nosotros. Gracias por confiar aún en este Unicaja.

Berni saludó, aplaudió a su hinchada, y regresó al vestuario. Sin más. Hay un partido mañana. Y están en juego unas semifinales de Liga. Basta con ganar un encuentro más. Basta con ganarle al Power Electronics en el Carpena. Basta eso, que no es poco, para que este Unicaja se levante y recupere sus valores, ésos que algunos han tratado de destruir. Somos un club con aspiraciones. Y ni las lesiones ni la mala planificación ni nada ni nadie tienen que evitar que este escudo, cada vez que salga a la pista, lo haga con la única intención de vencer.

Cook, sólo Cook, es el responsable de que la noche de Valencia se tornara en felicidad cuando parecía oscura, tenebrosa y perdida. Cook, perdido para la causa, se sintió capaz. Por fin. ¡Cuántas veces se lo hemos reclamado! 65-53 perdía el Unicaja, ya en el último cuarto. Había dilapidado una renta de 42-51, tras un parcial dramático: 23-2.

Y entonces Cook apareció. Firmó 18 puntos en el último cuarto. ¡¡¡18!!! Qué brutísimo. Y, aunque estuvo a punto de liarla con un triple mal elegido que permitió al ex Pamesa ponerse por delante con sólo tres segundos para el bocinazo final (82-81), tiene el perdón eterno. Al menos hasta mañana. Porque en la última jugada, Cook, en saque de centro del campo de Welsch, engañó y dejó una autopista a Dowdell. ¡Quién lo diría! Parece un chiste. Dowdell ganando el partido. Y fue así. El americano cogió la bola en el centro del campo y corrió como alma que lleva el diablo hasta el aro local. Sólo tenía 3 segundos y una décima.

En su frenesí final, en su esprint por el todo o la nada, encontró recompensa. Lanzó, ante la defensa de Kelati, una bandeja al cielo de Valencia. Y la bola, tras besar el aro un par de veces, encontró la red. ¡Nos queríamos morir de felicidad! El ´factor pista´ hecho añicos y el Unicaja con 0-1 en la serie de cuartos. Aíto, después, fue sincero. Admitió que la jugada era para Cook, que estaba ´caliente´. Pero estuvo bien marcado y la segunda alternativa, esta vez sí, fue la buena. Dowdell la metió. Objetivo cumplido y éxtasis sobre el parqué.

Ahora el Unicaja depende de su gente, del Carpena. Y a la ´marea verde´ hay que apelar mañana por la mañana. Porque lo de anoche debe servir para hacer olvidar cualquier rencilla existente. El equipo salió lanzado, como un cohete, y pronto marcó su línea: 0-6. A Neal y Printezis se le veían muy enchufados. Para colmo de dichas, Rafa Martínez, el más decisivo de los valencianos, cometió tres faltas muy rápidas. Aunque imperó la igualdad (14-15 ó 19-20) se veía a un Unicaja más capaz. Y esa sensación se confirmó en un principio de segundo acto perfecto. Berni y Cook anotaron sus primeros puntos. Otra canasta de Neal puso la máxima para los malagueños: 19-27. El problema es que las faltas comenzaron a atenazar a los verdes. Mediado el parcial, Neal, Jiménez, Welsch y Freeland se pusieron con dos. Aíto tuvo que tirar de rotaciones. Y sin los lesionados Saúl y Archibald, ésa no fue tarea fácil. Con Dowdell de escolta y Rubio de pívot, el Unicaja pasó un bache. Welsch, que cometió campo atrás, se ganó una técnica por lanzarle el balón de mala gana a Amorós.

El desaguisado provocó que el impoluto parcial se desbocara, pero esta vez a favor local. El partido se desmelenó. Pasó al más puro frenesí. Y de ese esperanzador 19-27 se pasó a un más que complicado 36-32. Dowdell ya apuntó, con un triple final, que ésta podía ser su noche: 36-37.

El Unicaja había respondido sin apenas rasguños, con dos bajas en el peor momento y en el fortín de La Fonteta, las acometidas del Power. ¿Sería capaz de mantener el ritmo? ¿De seguir dejando en un patético 17% en triples al mejor equipo y de la ACB en el perímetro? Parecía que sí. Neal cogió su fusil y, con cinco puntos, enseñó sus galones y los del Unicaja. Berni colocó la máxima: 42-51 (25´). Era la mejor versión del Unicaja. Pero ocurrió que las faltas, de nuevo, lastraron a los verdes. Sin Neal y Freeland, la historia giró. Perovic campó a sus anchas en la zona. Claver apareció. La Fonteta se vino arriba: 65-53. Un parcial de 23-2. El Unicaja parecía muerto. Alguno ya buscaba lápida, enterrador y hora para la misa. Pero Cook apareció. ¡Y de qué forma! Cuatro triples y dos libres. Y 74-75. Sí, lo han leído bien: 74-75. Cook, tan muerto como el Unicaja, regresó a la vida. Esto es lo bonito del básket. Ésta es la magia del play off. Todos remaron. También Rubio. Y ganamos. Que llegue ya el domingo. Por Dios.