Cuando el viernes acudan al Martín Carpena no traten de buscar a Ibrahim Jaaber, el base americano con pasaporte búlgaro que se enfrentó al Unicaja en el Zalgirio Arena en el encuentro de ida del Top 16 de la Euroliga. Ni Jaaber ni su número cinco vendrán a Málaga. El base, hace justo un mes, mandó una carta a su club y anunciaba que se marchaba.

El base licenciado en 2007 en la Universidad de Pennsylvania renunciaba al contrato que tenía suscrito hasta final de curso y se comprometió a reintegrar todo el dinero que había ganado hasta el momento en el conjunto lituano y también renunciaba a su contrato hasta el próximo 30 de junio. Algo pocas veces visto en el mundo del deporte. Claro que el motivo esgrimido por el jugador trasciende lo creíble, ya que es una cuestión moral. Jaaber, que procesa la religión musulmana, informó de que no estaba de acuerdo con los sensuales bailes que realizaban las guapas cheerleaders del Zalgiris ni tampoco con portar en la camiseta del equipo la publicidad de una bebida con alcohol.

«Comprendo que puede que nunca gane dinero con el baloncesto por esta decisión, pero estoy dispuesto a sacrificarme por mis creencias», expuso el base en una carta enviada al club.

Anonadados por lo que estaba sucediendo, el Zalgiris anunció en un primer lugar que iba a tomar medidas legales ante esta situación. Para el equipo era una baja muy sensible. A las órdenes de Joan Plaza, el base ha promediado 5,9 puntos, 2,2 rebotes y 2,2 asistencias en casi 21 minutos en la Euroliga, siendo uno de los jugadores más utilizados por el entrenador español.

Vitoldas Masalskis, director deportivo del equipo de Kaunas, llegó a amenazarle con «denunciarlo por daños y perjuicios al club». «Nos extraña que sea sólo por eso, ya que cuando vino con su agente y fichó por nuestro equipo ya había jugado en varios equipos europeos, por lo que conocía las costumbres», dijo en la prensa lituana. Sin embargo, tras una reunión con Jaaber, el directivo rectificó, ya que el base le comunicó que iba a devolver hasta el último euro que había cobrado.

El discurso de Masalskis cambió como la noche al día. «Ha sido un jugador ejemplar, ordenado y con un enfoque particular en comparación al resto. Nunca llegó tarde a un entrenamiento y siempre hizo lo que se esperaba de él. Su entrenador nunca tuvo una queja sobre él», expuso.

Jaaber estaba radicalmente en contra de la publicidad de las camisetas, con anuncios de bebidas alcohólicas, y de los espectáculos de las animadoras. El base consideraba que los sensuales bailes de las cheerleaders en los tiempos muertos y la propaganda exhibida en la Euroliga contravenía su fe musulmana.

El entrenador del Unicaja, Jasmin Repesa, conoce bien al base, ya que le tuvo a sus órdenes durante la etapa del técnico croata en la Lottomatica de Roma, en el curso 2008/09, antes de que en diciembre dejara su puesto a Gentile.

Jaaber ya demostró hace unos años que para él lo primero son sus creencias. En el verano de 2009, el jugador renunció a disputar el Eurobásket con Bulgaria porque el torneo coincidía con el Ramadán.

Para tratar de cubrir su ausencia, el Zalgiris ha contratado para la segunda vuelta del Top 16 al americano Donni McGrath, procedente del PAOK de Salónica griego. El escolta de 1,93 metros y 28 años se vistió en el último partido que disputó Zalgiris en el Top 16 ante el Panathinaikos, aunque no llegó a debutar. McGrath sí que jugó ante el Siauliai en la Liga lituana hace unos días.

Como Jaaber es una caja de sorpresas, hace unas semanas anunció su fichaje por el Petrochimi Bandar Imam BC, el líder de la Liga de Irán, club en el que milita un conocido del básket europeo, el esloveno Sani Becirovic. Seguro que en Irán no tendrá problemas con las cheerleaders.