Saint-Supéry: un año de aprendizaje para preparar el despegue

Campeón de la Copa del Rey, tercer clasificado de Liga Endesa, cuarta plaza en la Basketball Champions League y ahora subcampeón del Europeo sub-18. La temporada 2022/23 de Mario Saint-Supéry, a sus 17 años, será inolvidable para la gran joya de la cantera del Unicaja. Afrontaba un año complicado, de transición del equipo de Liga EBA a ser ya jugador a todos los efectos de la primera plantilla verde y morada, pero los resultados no han podido ser mejores. 

El joven malagueño se convirtió el verano pasado el jugador número 13. Es decir, entrenar a pleno rendimiento durante cada semana y esperar una oportunidad para jugar con sus compañeros en el Martín Carpena. No obstante, no fueron tanto esos objetivos los principales como sí continuar con la formación al máximo nivel, desarrollar el físico y las capacidades individuales y colectivas. La buena noticia es que la prueba ha quedado superada. En cuerpo y mentalidad competitiva es otro jugador radicalmente diferente.

Disputó el pasado curso 39 minutos en ACB. ¿Pudieron ser más? ¿Pudieron ser menos? Lo que es seguro es que a su gran valedor lo tiene sentado en el banquillo. Ibon Navarro ha tratado de cuidarle durante todo momento, otorgándole el tiempo en pista que pudiera ser beneficioso para su desarrollo baloncestístico. Además de contar con el apoyo de Alberto Díaz, Kendrick Perry o tantos otros que le seguirán acompañando. Como curiosidad queda que fue el encargado de anotar el punto número 117 ante el Fuenlabrada, el récord de anotación del equipo cajista, o que es el jugador más joven de la historia en ganar la Copa. 

Superada la prueba de madurez

Tras un año de aprendizaje, Javier Zamora convocó al joven malagueño para disputar el Europeo sub-18 junto a compañeros de un año más, lo que se presentía como una prueba de madurez después de forjarse durante un año en los interiores de Los Guindos. Llegaba a Serbia como una promesa a la que atender, aunque lejos de otros integrantes de la selección. Sin embargo, acabó ejerciendo como uno de los líderes ofensivos.

En el Unicaja le consideran más escolta que base, pero en la cita continental tuvo que asumir mucha responsabilidad a la hora de dirigir. Así que en el club habrán quedado muy satisfechos con la joya de su corona. Tendrá que seguir aprendiendo y desarrollándose, deberá saber gestionar las faltas y el número de perdidas, pero son muchas las buenas sensaciones que ha dejado el paso del malagueño por Serbia.

La BCL, su gran oportunidad

Así que una vez superada la competición continental, Saint-Supéry afronta varias semanas de vacaciones para descansar y estar a punto de nuevo en el inicio de la pretemporada del Unicaja. El canterano formará parte de la plantilla de 14 jugadores de la que dispondrá Ibon Navarro. Una lista amplia y muy completa, pero que le deja al malagueño una oportunidad de oro: la fase de grupos de la BCL. 

La competición de la FIBA exige 5 cupos en una convocatoria de 12 jugadores. Sin embargo, el club verde y morado necesitará al canterano para acompañar a Alberto Díaz, Nihad Djedovic, Jonathan Barreiro y Yankuba Sima, puesto que la recuperación de Lima llegará para el inicio de 2024. Por lo que el Le Mans francés, el Peristeri griego y el Falco Szombathely húngaro podrían ser muy buenas piedras de toque para darle importancia competitiva. 

A partir de ahí, trabajo y constancia para poder disponer de minutos también en Liga Endesa para preparar el despegue de la joya de la cantera de Los Guindos. La confianza de todos la tiene y el futuro parece llevar escrito, con letras grandes, el nombre de Mario Saint-Supéry en el Unicaja.