El número de muertos en el atentado terrorista yihadista cometido en la sala de conciertos Crocus City Hall, a las afueras de Moscú, ya asciende a 133 personas, según ha informado este sábado el Comité de Instrucción Ruso. El número de heridos se cuenta por centenares. Es el peor atentado terrorista cometido en años sobre suelo ruso y ha generado una conmoción mundial. Unos desconocidos protagonizaron el viernes el tiroteo durante un concierto de rock en la ciudad de Krasnogorsk, en las afueras de Moscú. El grupo terrorista yihadista Daesh (Estado Islámico) ha reivindicado la autoría del atentado. Las autoridades rusas han informado de la detención de 11 personas, entre ellas 4 de los asaltantes que participaron directamente. La búsqueda de víctimas puede prolongarse durante días. La Casa Blanca se ha mostrado consternada y seguirá investigado quién está detrás del ataque. Incluso Ucrania, que está en guerra con Putin, ha negado categóricamente tener nada que ver con los terroristas, que irrumpieron encapuchados en una especie de centro comercial con armas de asalto y comenzaron a disparar indiscriminadamente contra la multitud. Los primeros momentos suscitan reacciones diferentes. Mientras algunos espectadores abandonan la sala por si acaso, otros permanecen aparentemente tranquilos en sus asientos. Pronto, sin embargo, las dudas se disipan cuando los disparos resuenan por todo el auditorio. La confusión inicial da paso al pánico, y se inicia la desbandada. Quienes optan por resguardarse en sus asientos han podido tomar una decisión fatal porque los terroristas suben al anfiteatro y disparan a quemarropa a quienes allí encuentran. La estampida es generaliza por todo el recinto, donde se había congregado 6.200 personas para asistir a un concierto de un popular grupo de rock ruso. Los atacantes han elegido una noche de lleno total y con armas automáticas y granadas se hacen dueños del lugar. De cada rincón. Aquí en la entrada, tampoco hay piedad para quienes están acorralados.