El euro acaba de cumplir diez años. Lo ha hecho en plena crisis económica y con ciertas voces autorizadas que plantean la necesidad de recuperar las monedas nacionales, incluida la peseta, para reforzar la competitividad europea frente a los otros grandes mercados mundiales. No obstante, un reducto malagueño, líder mundial en exportación de frutas subtropicales, puede presumir de mantener en vigor el axarco, una moneda propia y de curso legal.

También ha cumplido diez años sin la compañía de la peseta. Y se resistió a la implantación comunitaria del euro, por su condición de moneda histórica. Aunque sea poco conocida fuera de la comarca de la Axarquía, el extremo más oriental de la Costa del Sol, cada año suelen visitar la zona multitud de coleccionistas y de expertos en numismática con la intención de hacerse con los juegos completos, compuestos de cinco billetes de diferente valor y de dos monedas –de plata y cobre, como materias primas para su elaboración–.

Para descubrir los orígenes del axarco, que le otorgaron su condición de papel compatible con el euro en el espacio común de libre mercado, hay que remontarse a los últimos años del siglo XV. El penúltimo rey nazarí de Granada, conocido como El Zagal, decidió crear un elemento monetario propio para la actual Axarquía, como motor económico frente a la creciente inflación y la depreciación que había experimentado la moneda de la época. Fue una receta contra una tremenda crisis la que propició su nacimiento.

Para enlazar con el siglo XX aquel episodio a caballo entre la época medieval y la moderna, deberíamos adentrarnos a su vez en la biografía del profesor veleño Antonio Gámez Burgos, fallecido en Granada el 6 de noviembre de 2007. Éste, después de haber sido vicepresidente de la Diputación de Málaga antes del inicio del actual periodo democrático, impulsó la recuperación del axarco en 1988.

De sus estudios y acuerdos con el Banco de España, a través de depósitos financieros para la libre circulación de la nueva moneda, empezó a distribuir hasta cinco billetes de diferentes valores, siempre vinculados a la peseta: 10 axarcos (1.000 pesetas: 6 euros), 5 axarcos (3 euros), 1 axarco (60 céntimos), 5 axarquillos (30 céntimos) y 1 axarquillo (6 céntimos). Apenas un año más tarde, en marzo de 1989, nacieron las dos únicas monedas de axarco existentes: 1 axarco, de 20 gramos de plata (30 euros) y 2 axarquillos, de 3,5 gramos de cobre (14 euros).

No es demasiado complicado localizar establecimientos que todavía admiten el pago en axarcos, aunque por el interés de los coleccionistas, tanto el papel como la moneda empezó a ser mucho más escaso –sobre todo a raíz de enfermedad y posterior fallecimiento de Gámez Burgos–. Pero 2012 está marcado en el calendario de sus herederos, constituidos legalmente como Fundación del Axarco, al objeto de recuperar el brillo internacional del axarco mediante acciones coordinadas con diferentes administraciones locales y supramunicipales.

El presidente de la Fundación e hijo del creador de la moneda, José Luis Gámez, considera que el actual periodo de recesión económica generalizada coincide con la época de dominio árabe que la creó originariamente: «Queremos a través del axarco plantear la posibilidad de entregar microcréditos que fomente el empleo en la comarca. Es lo que ya ocurrió en el siglo XV. La gente se fiaba del axarco primitivo y no de la moneda en curso, algo parecido a lo que no está pasando con el euro, sobre el que hay dudas».

Otro aliciente añadido es la posibilidad de atraer a personas interesadas en turismo cultural de toda Europa hasta la comarca de la Axarquía, mediante la promoción fuera de las fronteras españolas de unas monedas y billetes que, además, incorporan la imagen de Ebn Beithar, botánico malagueño del siglo XIII y artífice de la generalización de los cultivos de cítricos en la Costa del Sol oriental.

«Una de las ideas en la que ya hemos empezado a trabajar los cinco hermanos que conformamos esta Fundación es la posibilidad de suscribir algún acuerdo con el nuevo Patronato de Turismo. En nuestra comarca se celebran algunas de las fiestas gastronómicas más importantes de Andalucía y sería muy interesante que durante estas celebraciones se pudiera establecer el axarco como moneda principal. Sería una forma de atraer capital añadido y de divulgarla, porque muchos turistas se marcharían sin volver a cambiar en euros las monedas y billetes», argumenta José Luis. Mientras tanto, también se bajara la posibilidad de que los colectivos empresariales de la Axarquía constituyan actividades promocionales, como rutas guiadas o rutas de tapas para el fomento del comercio local, con el propio axarco como elemento dinamizador. Así se vería definitivamente culminado, a título póstumo, el sueño comarcal de Gámez Burgos.