Siete años consecutivos sin que Macharaviaya tenga complejo alguno por la celebración en sus calles del 4 de julio, la conmemoración de la histórica independencia estadounidense. El motivo ya es bien sabido en la provincia malagueña: uno de los héroes para los indígenas norteamericanos en su lucha contra los británicos fue el militar macharatungo Bernardo de Gálvez, flamante «ciudadano honorario» de EEUU.

El alcalde, Antonio Campos, se refirió anoche a que el estratega de origen malagueño que fuese decisivo en la Batalla de Pensacola de 1781 -la que se recreó anoche al ser representada por las asociaciones de Granaderos y Damas de Gálvez y Torrijos 1831- ha logrado una distinción en el Congreso estadounidense que sólo poseen otras siete personas de la historia. En la lista figuran Winston Churchill y Teresa de Calcuta.

Entre las personalidades que se desplazaron ayer a Macharaviaya para ser distinguidas se hallaban María Davis, vicecónsul de España en Pensacola; Nan Harper, presidenta de Ciudades Hermanas de Pensacola; y Francis Salado, en representación del presidente en funciones de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo.

Más de 2.000 personas abarrotaron las principales calles y plazas de la localidad axárquica desde última hora de la tarde. Al caer la noche, un centenar de actores y figurantes volvieron a dar vida, con juegos de luces y todo tipo de detalles de época -finales del siglo XVIII-, a algunos de los pasajes que convirtieron en personaje inmortal al que fuese gobernador de la Luisiana y virrey de Nueva España. Bernardo de Gálvez y Madrid ya disfrutó en vida de instantes únicos para la historia, pues marchó al lado de George Washington en el desfile de los vencedores.

A la estatua ecuestre suya que se puede admirar desde hace décadas en Washington D.C. hay que añadirle, además, el retrato que en el Capitolio fue instalado en diciembre pasado. Fue otra efeméride reciente que ayer se remarcó, puesto que aún aparecía como objetivo en la anterior edición de la conmemoración del 4 de julio en Macharaviaya. Otro apunte estadístico: el pueblo de apenas 57 casas a principios del siglo XVIII llegó a tener 5.000 habitantes a raíz de la impronta que dejarían los Gálvez. Sin embargo, hoy en día la población se ha reducido a apenas un 10%.