Joaquín Sabina no ha hecho esperar demasiado al público malagueño. Ha regresado de nuevo a la capital para deleitar a sus seguidores con un directo de su último trabajo Vinagre y Rosas. Tras haber visitado Málaga el pasado mes de diciembre, era difícil encontrar espacio para la sorpresa en su espectáculo. Pero si la hubo: fue la confirmación de que su voz todavía es capaz de llegar a los corazones de todos sus admiradores, desde los más jóvenes a los de más edad.

El concierto del jiennense, que forma parte del programa municipal Serenatas de la Luna Joven, reunió anoche en el Auditorio Municipal a más de 5.000 personas.

Entre su público, las distintas generaciones, que estuvieron unidas por las letras de un cantautor que ha traspasado la frontera del tiempo y que ha escrito la banda sonora de las vidas de muchas personas.

Por esta razón, no era difícil ver entre el público a muchos padres con sus hijos adolescentes que han escuchado a Sabina desde su más tierna infancia. Niños que se criaron escuchando Pacto entre caballeros o La canción más hermosa del mundo. O adultos que soñaron escuchando A la orilla de la chimenea. Así, no es de extrañar que Joaquín Sabina sea del agrado de públicos de todas las edades.

El cantautor, que no se dejó su emblemático bombín y su tradicional frac en casa, comenzó su actuación con Tiramisú de limón, que hizo cantar y bailar al Auditorio. Aunque el espectáculo estuvo centrado en los temas de su nuevo disco, el cantante regaló a su público canciones tan conocidas como 19 días y 500 noches o Princesa. Los asistentes le agradecieron su guiño a este pasado musical, no tan lejano, con calurosos aplausos.

Entre canción y canción, el autor de Contigo no dejó de compartir momentos de complicidad con el público y de hablar sobre la victoria de la Selección Española en el Mundial de Sudáfrica. «Ya tenemos unas estrella Roja». Y también se refirió al futbolista Andrés Iniesta y calificó de «gesta» el gol del albaceteño. Sabina desplegó también sus artes de poeta y encandiló al público malagueño con frases: «El pulpo a la alemana me parece un boquerón».

El cantautor, que en su pasado concierto contó que la primera vez que se puso su bombín fue en una actuación en Málaga, dejó el pabellón en lo más alto. Roqueros, padres y madres, adolescentes... toda la amplia amalgama que conforma el público sabinero quedó más que satisfecho con el espectáculo.