Por todos es conocido la vocación musical de esta ciudad, de ahí que no sea casual que hace ya dos décadas naciese el proyecto que culminó con la creación de la que hoy conocemos como OFM, a la que asociamos la herencia acumulada durante más de un siglo por el antiguo conservatorio, y como no, una lógica consecuencia de los estudios superiores de música en Málaga.

Con esta base arrancó lo que sin discusión es hoy la institución más seria y respetada de la ciudad. De forma paralela la Filarmónica apostó por los nuevos compositores, escaparate de la creación musical, no sólo a través de la programación, sino además con un ciclo centrado en la música contemporánea con encargos propios. De ahí que en el programa, para celebrar el veinte aniversario de la orquesta, engarzará el estreno de Martín Jaime Graal.

A pesar de la duración de la partitura de Martín Jaime destaca por la curiosa división de la orquesta en la presentación y desarrollo de los temas, donde el concertino juega un papel destacado que se refleja en las cuerdas graves o la contraposición de los vientos, todo con la idea de presentar la lucha interior por escapar de lo que define el autor como mediocridad circundante. Una obra densa y nada condescendiente.

Sarasate, Falla y Ravel completaron este concierto aniversario. Nuevamente el violín toma cuerpo en su faceta virtuosa en la figura de Andrea Sestakova, concertino de la Filarmónica, que no sólo impresionó por su elegancia sino por su gusto y facilidad técnica con la que resolvió. En las obras de Sarasate y Falla, Colomer clarificó al extremo y con razón los matices y particularidades de ambos autores, subrayó los acentos y en el caso de Falla resultó rotundo. Ágil y preciso definen la lectura del Bolero de Ravel, algo afeada por ciertos metales, aunque de resultado sobresaliente a la vista de los aplausos.