El hijo Juanito Valderrama presenta este sábado en el Teatro Cervantes (20.00 horas) las composiciones de su más reciente trabajo, Sonidos blancos, un álbum en el que reivindica un flamenco en la línea de Chacón, Vallejo, Marchena y su propio padre. «La industria es un erial: ha desaparecido como tal y no se venden discos», asegura.

Con el título del disco, 'Sonidos blancos', parece querer depurar el dolor y la oscuridad que suelen acompañar al flamenco

No estoy de acuerdo con eso de la oscuridad y el dolor del cante jondo. El cante tiene momentos como el día: tiene luces, sombras, alegría… Y con este título lo que vengo a referirme e a un sonido de voz distinto del de la voz rajada o ronca. Yo hago un flamenco de la línea de Chacón, Vallejo, Marchena, Valderrama..., que es el que más me gusta, aunque no por eso pienso que es el mejor ni el único.

Quizás es del que más ha bebido...

En mi discografía y gustos tengo a cantaores de voces rotas que me hacen polvo. Y me encantan. Me gusta mucho irme a escuchar a Rancapino, por ejemplo. Y soy camaronero. Y también me gustaba Enrique Morente… A mí me gustan los buenos artistas, pero lo de sonido blanco no estaba dicho en el flamenco. Se hablaba de los sonidos negros, así que el juego de palabras me parecía bonito.

Dice que sus conciertos son tanto para los amantes del flamenco como para los neófitos. ¿Cómo se logra ese equilibrio?

Eso es imposible. Eso de dice como reclamo. El flamenco no tiene ni neófitos, ni puristas ni entendidos. El flamenco o te gusta o no te gusta. Y nada más. Lo que intento es hacerlo digerible para el que no es un aficionado de toda la vida. Y toco palos que a lo mejor son más livianos y musicalmente más sencillos para el oyente, que no para cantarlos. Y si a eso le añades que canto copla y un cuplé de mi padre y lo alterno con el cante ortodoxo, pues hace que haya momentos para el gusto de varios tipos de público. Pero el flamenco te tiene que gustar. Si no es insoportable.

¿Por eso dice que no es un cantaor al uso? ¿Por esa paleta de colores que muestra en sus actuaciones?

Sí, porque yo creo que bicheo en muchos campos. Un cantaor al uso soy cuando yo quiero serlo. Cuando me siento y hago los cantes de Chacón creo que los hago con solvencia y que conozco lo que estoy haciendo. Soy muy escrupuloso a la hora de cantar flamenco. Lo único es que no sólo canto flamenco. Me gusta cantar otras cosas.

Algo que creo que no está reñido en casi dos horas de espectáculo.

Este disco rinde homenaje a su padre, Enrique Morente, Antonio el Sevillano, Juan Carmona Habichuela, Miguel Hernández… Los grandes siempre serán los grandes.

Una buena caseta de feria esa, ¿verdad? Qué buena reunión, chiquillo. Son artistas que por una razón o por otra han coincidido en este disco. Miguel Hernández porque es un poeta muy cantable; el Sevillano porque es un cantaor que me gusta muchísimo por fandangos, creo que era muy personal y eléctrico; Enrique Morente porque le he tenido mucha ley desde chaval, porque ha sido un vanguardista. Creo que ha sido el Ferran Adrià del flamenco. Mi padre porque lo llevo en el alma y porque me ha enseñado… Un poco todo lo que a uno le va marcando.

En el disco y en directo le acompaña el guitarrista malagueño Daniel Casares.

Daniel Casares es mi músico de cabecera, mi amigo del alma y además es coproductor de este trabajo. Creo que se ha convertido en un guitarrista fantástico.

En una de sus canciones reclama creer en la utopia. ¿Es ahora más necesario que nunca tener esperanza en que esto puede cambiar a mejor?

Hombre, sobre todo hay que pensar que hay muchas cosas que consideramos utópicas y que no es así. El mundo será lo que nosotros queramos que sea. Esa es la realidad. Muchas veces la utopía, y esa creencia de que no se pueden cambiar las cosas, nos sirve como excusa para no hacer nada.

Su padre le cantó a El emigrante y usted lo hace ahora a los Hijos de España. ¿La historia se repite?

En unos años hemos pasado de ser un país que recibía inmigración a que nuestros mejores talentos se tengan que marchar. Y es muy triste. Esta canción es un homenaje a los que se van.

Cada día es más complicado sacar un disco. ¿Cómo vive esta situación desde dentro?

La industria es un erial. Ha desaparecido como tal. No se venden discos. Primero porque el formato ya está caduco y luego porque la gente ya no los compra. El disco nos sigue sirviendo para poder trabajar en directo, que creo que es algo que nunca nos van a poder quitar. Lo único que nos queda es vivir de nuestra obra cantándosela a la gente. Yo hace ya mucho tiempo que me aparté del circuito comercial y me hice empresario de mi propia compañía.

¿Como madrileño cómo valora el resultado de las elecciones andaluzas?

Bueno, yo nací en Madrid pero soy andaluz. Estoy aquí desde que eché los dientes. Si el pueblo andaluz ha decidido continuar con lo que teníamos, pues hay que respetarlo.

Como habrá visto, los hay que no piensan lo mismo y se han lanzado a criticar la decisión soberana de Andalucía.

Bueno, desde fuera no se conoce la realidad de Andalucía y es muy fácil opinar. Muchos siguen teniendo la imagen de que aquí dormimos la siesta y cantamos, bailamos y somos toreros. A lo mejor es que se han quedado en el siglo XIX. Pero eso no es así. Todos lo sabemos. Se pueden hacer muchos análisis, pero hay un cante flamenco, el mirabrás, que dice: «voz del pueblo, voz del cielo». Y ante eso, no se puede decir nada más.