¿Se puede ser paya y una buena bailaora flamenca?

Se puede ser una buena bailaora si lo sientes, vengas de donde vengas y seas lo que seas. Este arte es corazón y técnica.

¿Qué hay más en usted técnica o pasión?

El que baila de verdad no se acuerda de la técnica. La técnica te permite un movimiento más limpio y expresarte con un lenguaje más amplio pero tienes que sentirlo, si no no hay nada que hacer. Hay que dejarse llevar por el corazón.

Ha encarnado en el baile a grandes mujeres: Juana la Loca, Mariana Pineda, Carmen y, ahora, La Pepa.

Es un personaje alegórico que representa la voz del pueblo, la mujer que protege, enamora, provoca y llena de brisa y de magia lo que le rodea. Es un gusto hacer un personaje que representa la libertad.

«Tengo un lado Heidi pero trabajando soy terrible», ¿es muy dura con su compañía?

No soy dura, soy exigente porque soy perfeccionista y porque me gusta crecer y no acomodarme. Lo entrego todo no solo en el escenario, sino en los ensayos, en la manera de montar el espectáculo y de dirigirlo, de buscar cada detalle.

Su pareja de baile en La Pepa es su marido, José Serrano.

Es el artista invitado. Bailamos una farruca elegantísima. Es una suerte, llevamos años juntos y haber sido papás hace poco nos ha influido a los dos: a él también le ha dado una fuerza y una manera de pisar el escenario que es un gustazo.

Su hijo tiene año y medio y no se despega de él, lo lleva a todas partes. Viaja con toda la familia.

Sí, vamos todos ¡bendito sea! Hay compañeras que lo pasan fatal sin sus niños.

Dejó el escenario hace casi tres años para ser madre.

Paré porque quería ser madre, que era lo primordial, pero también porque necesitaba detenerme y reflexionar. ¡Tantos años seguidos sin parar...! Yo misma me sorprendí de la cantidad de cosas que hicimos: los espectáculos, lo sitios a los que fuimos, lo que aprendí... Han sido quince años a tope y sin descanso, necesitaba parar y tener tiempo para investigar, leer, soñar y pensar nuevas cosas.

Es Premio Nacional de Danza y tiene un sello de Correos.

El sello salió en la época en que empezó el correo electrónico y la gente no escribía cartas. Yo les animaba: «¡Tienen que escribir cartas!»

¿Qué escenario teme más?

Depende de las circunstancias. Con La Pepa, el de Cádiz, que es mi tierra. ¡Uff, qué responsabilidad! Ahora haremos la décima temporada en el Théâtre des Champs-Élysées, en París, y pienso que tenemos la responsabilidad de ser mejores que la última vez!

¿El público francés entiende el flamenco?

Sabe lo que es bueno y lo que no, y su ¡olé! está muy bien dado. El público francés tiene una cultura impresionante, y siente y vive el flamenco de una manera bestial.

¿Y en América lo siguen?

El flamenco se clava en el corazón estés donde estés. Puedes diferenciar o no una seguiriya de una soleá pero es un arte que se siente. El flamenco es un lenguaje que no tiene fronteras; no hace falta saber, hay que sentir.

El flamenco es un mundo machista y le puso zancadillas.

Llegué cuando empezaba a cambiar y tuve bastante suerte, me pusieron pocas zancadillas.

¿Le gusta a los puristas que baile con pantalón?

No fui la primera mujer en ponerme un pantalón. Carmen Amaya lo hizo antes. Me encanta bailar con pantalón y siempre busco una excusa: es un baile mucho más valiente, el cuerpo está mucho más limpio. Soy muy femenina pero el baile flamenco de hombre me vuelve loca.

No es de lunares ni volantes.

Me siento mucho mejor con algo más sencillo y con una seda maravillosa que vuele, que estar como disfrazada. El flamenco viene más de dentro que de fuera.

Diseñó el vestuario de Carmen con Sybilla.

Siempre busco el vestido que mejor se adapta a la coreografía y al movimiento. Me llaman pesada porque me gusta meterme en todo: en la iluminación, en el vestuario, el tejido... Soy muy pesada. En el buen sentido.