Rachmaninov y Shostakovich, dos formas extremas de entender de la música unidas al calor de la escuela rusa, son los encargados del arranque y la conclusión de la primera temporada de Manuel Hernández Silva ya como director titular y artístico de la Filarmónica de Málaga. Quince citas que de alguna forma enlazan con el espíritu poco arriesgado de la que hemos despedido. Apenas hemos notado mejoría en la capacidad de convocatoria del conjunto, tampoco en el aumento de abonados o siquiera una mayor afluencia de público.

Hernández Silva nos propone un viaje a través de las grandes sinfonías de las escuelas alemana, vienesa y rusa, recogerá también la gran aportación de Sibelius -protagonista a comienzos de abril de uno de los monográficos más atractivos- y Joaquín Turina defenderá la aportación española al género. Dos quintas vuelven a los atriles de la mano de Mahler y Tchaikovsky. La cita anterior al concierto de Navidad recupera el sinfonismo bruckneriano con la cuarta sinfonía, Romántica. En esta travesía no podía faltar el colorido del checo Dvorak y sus monumentales séptima y octava. El capítulo ruso se cierra con Shostakovich, del que escucharemos su primera sinfonía y la controvertida doce. Y entre todos estos nombres, el maestro de todos, la brújula de más de un siglo de composición, con una de sus sinfonías mejor facturadas y tratadas en el discurso temático como es la octava de Beethoven. El músico de Bonn nos invita a su monográfico en el mes de enero. Queda fuera de la nueva temporada la esperada novena, que acaba de cumplir sus ciento noventa años. Tal vez el maestro la tenga en mente para su segunda temporada.

Konstantin Scherbakov con el segundo para piano de Rachmaninov encabeza el apartado concertante, al que le continuará el genio andaluz de Javier Perianes en el Quinto concierto para piano de Saint-Saens. Jesús Reina atacará el impresionante Concierto para violín de Sibelius y Asier Polo vuelve a las tablas del Cervantes con el Concierto para violonchelo y orquesta en la menor de Robert Schumann. En febrero, y dentro del primero de los conciertos centrados en la escuela rusa, Cristina Montes ofrecerá su lectura del Concierto para arpa de Gliére.

El siglo XX apetece algo diluido entre el posromanticismo mahleriano y el realismo socialista de Shostakovich; entre ambos extremos se insertan como anécdotas Stravinsky y Janacek. El capítulo español queda representado por Turina y Falla, dos exponentes del sinfonismo contemporáneo español referenciado en Albéniz. En la primera cita de marzo, el titular de la OFM afronta un programa de ida y vuelta, tan interesante como recomendable, tan reconocible como propio. La herencia, el ámbito hispanoamericano y sus influencias acaparan la atención de este concierto fundamental para el acercamiento de un repertorio que extrañamente frunce ceños aún e invita a la más incomprensible desbandada; tal vez don Manuel de Falla con sus Noches en los Jardines de España y Ángel Sanzo al piano obren el milagro.

El capítulo sinfónico coral sigue ceñido a los tradicionales programas de Navidad y Semana Santa. El descuelgue del Coro de Ópera de Málaga, que se reserva para la programación de la Temporada Lírica, cede el escenario al Carmina Nova, que interpretará El Mesías de Haendel con un cuartero vocal de jóvenes cantantes en lo que suponemos una amplia selección del conocido oratorio. Mozart y su Réquiem será el encargado de protagonizar el concierto previo a la Semana Santa, con el habitual traslado de días de abono, jueves y viernes, que se ha impuesto como costumbre, por la celebración del pregón de la Semana Santa, si bien este año se celebró una semana antes y se antepusieron otros compromisos del teatro que el beneficio de la OFM y sus abonados.

Manuel Hernández Silva será el conductor de nueve conciertos; su batuta nos llevará desde Rachmaninov a Mahler, de Stravinsky a Ginastera y Revueltas o el romanticismo alemán de Wagner, Schumann, List y por supuesto Strauss con el poema sinfónico Don Juan. Seis batutas invitadas subirán al podio de la OFM, comenzando por el madrileño Carlos Domínguez Nieto, director de la Ópera de Eisenach, quien nos desgranará el primero de los monográficos dedicados a la música española. En el puente de diciembre, Stefan Lano hará una lectura de la cuarta de Bruckner. Josep Vicent, titular de la Sinfónica de la Islas Baleares, interpretará la mítica quinta de Tchaikovsky. Friedemann Breuninger, Daniel Klajner y Ondrej Lenard completan la lista de los directores que ocuparán el podio de la OFM.

Mención aparte merecen los dos únicos ciclos que han sobrevivido a la tijera presupuestaria: La Filarmónica Frente al Mar y el Ciclo de Cámara, con cinco y siete citas respectivamente. La obligada concentración de los recursos hace necesario el ciclo que se desarrolla en el Auditorio Edgar Neville, que desde sus inicios posee identidad propia: el atractivo precio de las localidades, su carácter pedagógico y la apuesta por los nuevos talentos. Eso sí, resulta del todo imprescindible la recuperación de los ciclos de música antigua y contemporánea.

El nuevo titular de la OFM abre un relanzamiento del conjunto de la mejor forma que podría hacerlo. Por encima de convencionalismos la apuesta está claramente enfocada hacia el reencuentro con todos los públicos posibles y recuperar abonados, el ariete para reclamar el ansiado auditorio. Está claro que la institución ha iniciado un camino de mayor presencia en la agenda cultural, diversificando, a pesar de la merma presupuestaria, una oferta más concreta, una mayor presencia en los medios locales y un creciente acercamiento a las redes sociales. A efectos prácticos, la gerencia del Teatro debería potenciar la campaña de abono, al menos ampliando los plazos de renovación y adquisición de los abonos, mostrar una mayor sensibilidad hacia el uso de la sala, y, sobre todo, posibilitar la flexibilización de la política de entradas. El entendimiento y la buena disposición marcan la diferencia entre éxito y palos metidos entre las ruedas. Se imponen nuevas formas y el consenso de propuestas innovadoras garantizará la continuidad de la orquesta para los próximos años. Al público entendido le resta el esfuerzo por seguir insuflando ilusión y cultura con mayúsculas a esta ciudad.