­­Juan Pedro de Luna y Ximénez de Enciso (Málaga, 1932) ha continuado la tradición de su padre, el prestigioso doctor Antonio de Luna Arjona. Profesional de gran currículo y con conocimientos en las distintas ramas de la cirugía, decidió dedicarse a su ciudad, trabajando junto a su padre en el Hospital Civil. De Luna colaboró en la consecución del Hospital Clínico, fue presidente del Colegio de Médicos y, durante más de 35 años, jefe del servicio quirúrgico de la plaza de toros de La Malagueta -también ha realizado esta función en Marbella-.

¿Cómo recibe el título de hijo predilecto y la medalla de la Ciudad de Málaga?

Para mí es difícil y complicado, ya que siempre he querido pasar desapercibido. Evidentemente, es el mayor honor que puedo recibir, y por tanto siento un orgullo enorme; pero para una persona como yo que me he limitado a dar mi vida por mi profesión y por los pacientes, lo que es salir de ahí me incomoda.

Usted siempre se ha caracterizado por su humildad. ¿No le apetece sacar pecho ante una distinción como ésta?

No es humildad, sinceramente no me considero especialmente humilde, sino que yo no puedo sacar pecho por haber hecho lo que tenía que hacer. Creo que la gente me valora más de lo que merezco. En los últimos tiempos me he preguntado muchas veces porqué se me conceden a mi estas distinciones y no a otros, cuando hay muchísimas personas que se lo merecen más que yo. Simplemente he tenido la fortuna de que un grupo de amigos han tenido el impulso de conducirme hasta esta situación.

Pero esas personas que realizaron la petición han sido, precisamente, sus compañeros y pacientes€

Que los pacientes se acuerden de ti al cabo de muchos años de haberlos operado es, desde luego, lo más gratificante de todo. Sin duda, esa es la mayor recompensa. Debo reconocer que he vivido por y para la profesión médica, he tratado de no abandonar nunca a los pacientes, y ellos ahora tampoco lo hacen.

Usted pertenece a una importante dinastía de doctores. ¿Se hizo médico por herencia familiar o por vocación?

Esa herencia existe, yo seguí los pasos de mi padre que era médico y ahora lo son mis dos hijas y una nieta. Pero lo más importante es la vocación, yo concibo la medicina como un darte a los demás. Digamos que en un principio es algo que he mamado desde chico, cuando acompañaba a mi padre a las visitas, pero luego se transforma en un compromiso personal que hace que te lleves las preocupaciones a casa y nunca desconectes de tu trabajo.

Desde su posición como presidente del Colegio de Médicos mostró una gran preocupación por la formación universitaria en Málaga.

Yo me formé en la Universidad de Granada, con grandes catedráticos que casi me enseñaron más en el plano humano que científico. Con respecto a la creación en Málaga de la Facultad de Medicina se hizo lo que se pudo, pero sobre todo se puso mucho ímpetu. Recuerdo con cariño esos momentos, en los que trabajamos mucho de la mano del profesor Felipe Sánchez de la Cuesta, que luego sería el primer decano. Se pusieron en marcha diferentes actuaciones muy interesantes para la formación de los alumnos, y me habría gustado continuar más tiempo ligado a la Universidad, pero por circunstancias que ahora no vienen al caso no pudo ser.

También lograron la apertura del Hospital Clínico€

Mi contribución ahí fue la que tuvo el Colegio. Con la perspectiva de los años, pienso que el Hospital Civil nunca debió cerrarse, aunque luego se abriera. Habrían sido perfectamente compatibles los dos centros, como luego se demostró. Eso nos debe servir de lección para el futuro, porque en este campo nunca se debe cerrar nada, al revés, todo lo que se abra está bien.

Aún suponiendo una parte ínfima de sus intervenciones quirúrgicas, si faceta como cirujano taurino es muy reconocida.

Este mundo del toro sí que fue hereditario, ya que siempre acompañé tanto a mi padre como a Horacio Oliva hasta que me nombraron cirujano jefe de La Malagueta en 1977. Pero ser cirujano taurino exige ser también un apasionado de la tauromaquia. Si no eres aficionado, difícilmente se podría realizar esta labor.

¿Ha cambiado mucho la cirugía taurina en este tiempo?

Como la cirugía en general, se va avanzando, aunque en este caso lo que más ha cambiado es los medios con los que se dispone en las enfermerías. Me encontré una enfermería de tercera, y la que hay actualmente está perfectamente dotada. Esto facilita enormemente nuestra labor, sobre todo porque este tipo de heridas por asta de toro es importante tratarlas inmediatamente. Debo reconocer también que tuve suerte de encontrarme con diputados y con empresarios concienciados con dotar el quirófano.

El domingo tuvo que intervenir a El Cordobés en Marbella. Sigue al frente.

Así fue, aunque en La Malagueta este año he pasado, como el Papa Benedicto, a ser cirujano emérito. El equipo está encabezado por Horacio Oliva, hijo del doctor al que yo sucedí, y está formado por los mismos profesionales, entre ellos mis dos hijas. Yo seguiré echando una mano en lo que me soliciten, aportando mi experiencia de todos estos años.