La historia del malagueño Miguel Herrán, protagonista de 'A cambio de nada', bien podría servir para un largometraje sobre cómo la vida puede llegar a ser mucho más sorprendente que la más rocambolesca de las películas. El joven intérprete, que el pasado lunes recibió la candidatura al Goya a Mejor Actor Revelación por su trabajo en el citado filme de Daniel Guzmán, relata cómo se topó casualmente una noche con el actor madrileño. Un encuentro que cambiaría radicalmente el sentido de su vida: «Gracias a Dani he descubierto lo que quiero hacer el resto de mi vida, que es actuar», confiesa Herrán, que tiene marcado a fuego en la memoria el día que se cruzó con Guzmán.

«Era martes. Yo subía con un par de amigos por una calle al lado de mi casa cuando nos encontramos con él. Comenzamos a comentar entre nosotros: Mira, ese es el de Aquí no hay quien viva... Y de repente nos llamó para que fuéramos a hablar con él y nos empezó a contar que iba a hacer una película. Comenzó a hacernos varias preguntas, qué edad teníamos o si sabíamos montar en moto. Eran las dos de la mañana, yo creía que estaba borracho y nos estaba vacilando. Pero al día siguiente me llamó para hacer una prueba».

A esa primera llamada le sucedieron otras muchas hasta que, finalmente, Herrán se convirtió en el personaje central de A cambio de nada, el exitoso debut en la dirección de Guzmán. La película, que se convirtió en la gran vencedora del pasado Festival de Málaga Cine Español, donde recibió, además de la Biznaga de Oro a Mejor Filme, los premios a Mejor Director, Mejor Actor de Reparto (Antonio Bachiller) y los galardones del jurado de la crítica, ha cosechado nada menos que seis candidaturas a los Goya, incluida la que le concierne a Herrán. «Todavía no me lo termino de creer», afirma. «No me extrañó que la película fuera nominada, y tampoco que optara a Mejor Director Novel y a Mejor Huión, pero sí que me han impactado mucho las nominaciones de Felipe García Vélez (Actor de Reparto), la de Antonia Guzmán (Actriz Revelación; es la abuela del director) y la mía».

Miguel Herrán explica cómo antes de rodar la película pasó «tres meses de preparación con una coach y con Daniel, estudiando al personaje». De esta forma, el malagueño -que desde pequeño cambió el barrio de El Palo por Madrid, donde reside con su madre- comenzó a construir el papel de Darío, el joven protagonista de esta historia que cuenta muchas cosas de la propia vida de Daniel Guzmán.

La responsabilidad que recayó en el inexperto Herrán, que nunca antes había estado delante de una cámara, fue mucha, y reconoce que «muchas veces llegaba a casa llorando y nada contento con lo que había hecho». «Sufría y me cuestionaba si lo que estaba haciendo era fastidiar la película de Dani», admite. Pero el sufrimiento -«También lo he pasado muy bien», relata- dio como resultado una interpretación sincera y muy cercana. La experiencia, además, le ha servido para encauzar su futuro: «Gracias a Dani me saqué la ESO, que la tenía un poco dejada, y ahora estoy en el último curso de la carrera de cine», afirma el malagueño, que desde entonces tiene claro lo que quiere ser: actor. De hecho ya ha rodado un anuncio y en enero comenzará su primer corto.

Aunque sostiene que no se toma la candidatura al Goya como una competición, sí que asegura que el trabajo de Manuel Burque, candidato en la misma categoría por Requisitos para ser una persona normal, es «maravilloso». Confiesa no haber visto el del resto de sus rivales (Álex García por La novia y Fernando Colomo por Isla bonita), y aunque no quiere pensar mucho en ello, sí que sabe a quién dedicaría el premio si llega finalmente a conseguirlo: «Primero a mi madre y seguidamente a Dani».