Celda de emociones es el título de la nueva exposición del Centro municipal de Arte Contemporáneo, que la que se presenta el trabajo de la última década del holandés Erwin Olaf. La muestra, inaugurada ayer y que podrá visitarse hasta el próximo 1 de mayo, está formada por más de 60 obras que recogen el trabajo realizado por el artista desde 2005. Además de ser uno de los máximos exponentes de la fotografía contemporánea, en su trayectoria también se pueden ver vídeos e instalaciones. A medio camino entre el fotoperiodismo y la fotografía de estudio, en los que destacan trabajos publicitarios para conocidas marcas, el artista recrea situaciones en las que cuestiona los sentimientos del espectador, con una cuidada escenografía, que mezcla realidad y ficción, y una vuelta a los orígenes con una mínima intervención del retoque fotográfico.

El consumismo o el aislamiento social son algunos de sus temas recurrentes. «La fotografía moderna no acaba de interesarme y creo que será así hasta que me muera; puede que esté celoso de la pintura, pero no podría pintar», explica Erwin Olaf (Hilversum, Países Bajos, 1959) sobre su trabajo.

En las obras que forman parte esta exposición, Olaf aborda desde su punto de vista los problemas sociales actuales, tabúes y los convencionalismos, pero con una escenografía y puesta en escena cuidando hasta el mínimo detalle. En sus recreaciones, el espectador duda sobre lo que está viendo, ya que lleva al límite sus propias fantasías, incluso convirtiéndose algunas de ellas en pesadillas.

El artista logra que a través de sus fotografías se perciban las emociones de sus personajes, como la angustia de la espera de la serie Hope (2005), que recrea el instante inmediato a que suceda algo en ambiente cotidianos y en la que habla de la soledad e incomunicación de la etapa actual; o el dolor en los protagonistas de la serie Grief (2007), que muestra el malestar que se vivió en la sociedad norteamericana tras el asesinato de Kennedy.

Entre sus obras más provocadoras y que suscita más inquietud en el espectador están las de la serie Keyhole (2011) en la Olaf sitúa al espectador detrás de una cerradura y le invita a que vea qué se esconde tras ella. La vergüenza y los prejuicios del visitante quedan al descubierto cuando cae en la cuenta sobre lo que es capaz de pensar tras realizar este ejercicio.

La preocupación por la estética, lo superfluo y el exceso de consumismo están presentes en Le Dernier Cri (2006). Estancias y objetos perfectamente alineados y combinados, personas que han llevado el gusto por la estética hasta el extremo, hasta deformar sus propios cuerpos. En Berlin (2012) Olaf capta la decadencia de una ciudad prebélica, ya que está ambientada en los años 20. La exposición se completa con los vídeos e instalaciones. Algunos de estos trabajos son un reflejo de las propias fotografías en movimiento.