Nació en Pamplona por casualidad, un año después de que la dictadura franquista bajara el telón y bajo el contexto de una España en Transición. Con pocos meses, la vida le trasladó a Málaga, la ciudad que le vería crecer hasta los 26 años, cuando Antonio Escobar Núñez decidió trasladarse a Madrid en busca de fortuna laboral.

Por paradójico que resulte, el productor y compositor de estrellas internacionales nunca se sintió atraído por la música. Él prefería jugar al fútbol con sus amigos de siempre; atravesar en bicicleta el barrio de La Paz, estudiar en el colegio Parque Mediterráneo y hacerse mayor en el Instituto Mare Nostrum.

La cuestión que le llevó a estar detrás de pegadizas melodías publicitarias como aquella de Del pita pita del o la canción de Ciudadanos de un lugar llamado mundo de la cervecera San Miguel, surgió de golpe y porrazo. «Estaba escuchando a Depeche Mode, un grupo que ni siquiera me gustaba, tenían un estilo electrónico bastante peculiar y se me ocurrió: ¿Cómo se hará esto?».

Gracias a esa curiosidad propia de los más pequeños, el ingeniero de sonido dio los primeros pasos dentro de una carrera meteórica a los 15 años. Escobar comienza a hacer música y a mezclar géneros. Cinco años después, rozando la veintena, el autor de las listas de éxitos pasa a ser técnico de sonido de Manzanita. Más tarde, siendo compositor y productor del desaparecido estudio de Alejo Stivel, decide empezar de nuevo lejos del mar.

Madrid no le recibió con los brazos abiertos. Las oportunidades de trabajo tras meses de búsqueda parecían no tener intención de salir. «Mi último recurso fue presentarme en las compañías musicales con las que había tenido algún tipo de relación en los últimos años».

La música de Antonio Escobar caló en los oídos de una de las puertas a las que tocó y la oportunidad llegó a sus manos.

El joven productor comenzó a esconderse, entonces, tras grandes éxitos de marcas publicitarias como Mercedes Benz, Coca-Cola, Pepsi, Mini, Larios, Carlsberg, Movistar o PlayStation al tiempo que trabajaba con grandes artistas.

Cansado de vender con su música otros productos que no eran los suyos , en 2004, decide independizarse laboralmente y pasa a trabajar por cuenta propia en un proyecto que llevaría el nombre de Antipop, estudio bajo el que se crearon canciones de Annie B. Sweet, John Legend, Nena Daconte o se fabricaba la música de Amaral.

La gran pantalla tiene también mucho del malagueño. En cartelera está hoy Nacida para ganar, de Vicente Villanueva, donde la actuación de actrices como Victoria Abril o Alexandra Jiménez está acompañada por una banda sonora que ha salido de las manos y la mente de Antonio Escobar.

Sin embargo, ésta no ha sido su única incursión en el séptimo arte. El productor ha trabajado también detrás de grandes producciones hollywoodienses -una de las últimas, All leads to Rome, con Sarah Jessica Parker-. En total, cerca de 14 proyectos han sido parte de su trabajo, una labor premiada con nominaciones a premios de talla internacional en Cannes, el Festival de Nueva York, San Sebastián o los Premios Goya, entre muchos otros reconocimientos que lo elevan a lo más alto, siempre de modo metafórico, porque sus pies siempre se asientan sobre la tierra.

Si hay algo que caracteriza el trabajo de Antonio Escobar es su inconformismo: «Salir de la zona de confort es el lema que me ha acompañado en toda mi carrera profesional». Y tal vez la razón de su éxito. El anonimato es algo de lo que disfruta y aunque la capital siempre le ha dado éxitos más que suficientes, el malagueño sueña con regresar y trabajar en la tierra que le vio crecer, más cerca del lugar en el que escuchaba a Depeche Mode, donde nacieron las ideas que le hicieron triunfar.