Clytemnestra, una mujerTeatro Romano

Autor: Chico García. Director: Andreu. Intervienen: Ana Fernández, Chico García, Jesús Luque.

La compañía Induo Teatro cierra con Clytemnestra, una mujer la programación del Teatro Romano de Málaga. La obra indaga en el mito de Clytemnestra, la asesina, la vengadora, la forzada, la mala. En la paradoja de su existencia, esta mujer es desposada por el asesino de su marido e hijo, y años después, tras dar a luz a otros cuantos retoños de éste, lo mata. Su propio hijo para vengar al padre acabará con ella. Muchas otras circunstancias inciden en las decisiones pero lo que quedó de Clytemnestra es la mala mujer. Induo Teatro nos lleva a analizar esta idea común en los momentos previos al desenlace.

Cuestiona cuán ignominiosa es esta mujer enfrentando al hijo y a la madre en un diálogo que trata de descubrir los motivos de las acciones. Es difícil para un hijo que idolatra a su progenitor entender que su propia madre acabe con su vida. Es difícil para muchos hijos entender los sacrificios de los padres.

Equivocados, puede. Aquí vemos a una mujer que ha padecido la humillación y la violación, que ha tenido que sobrevivir haciéndose más dura, más fuerte, acorazándose tras un caparazón de resentimiento que explota. Pero jura que todo lo ha hecho por amor a sus hijos. Y esto es lo que el vástago no asimila. ¿Hay que salvarla? Un crimen es un crimen.

Esta versión tiene esa buena idea de trasfondo, y esto hace que el enfrentamiento dialéctico entre los actores sea la parte emocionante del espectáculo. Podría resultar mejor si el texto no se perdiese en muchas ocasiones en un exceso de información documental. Lo que nos atrapa es ver a esa persona que quiere hacerse comprender por alguien a quien ama, pero que se pega contra un muro. Chico García tiene cualidades de sobra para atrapar al espectador desde el escenario con convicción, aunque podría jugar más a demostrar esas dudas que asoman pero no se quieren reconocer. Ana Fernández, generosa Clytemnestra, nos da matices interesantes que pueden desarrollarse aún más si la relación madre-hijo se potencia. Esas miradas desesperadas de quien quiere hacerse perdonar emocionan, como esa entereza para tragar lo que no tendría que ocultar. Todo por amor para una representación con una puesta en escena y una idea atractivas.