Como cada año, desde hace cinco, Rovira acude en diciembre al Teatro Alameda para celebrar diez galas de 'Improviciados', citas que realiza en beneficio de una decena de asociaciones locales. Asegura que, aunque su agenda esté cada vez más apretada, seguirá viniendo para ayudar a los más necesitados. «Ya pueda estar rodando la tercera parte de Ben Hur, que pienso seguir haciendo estas galas». El malagueño tiene pendiente de estreno la película Thi Mai y el rodaje de Súper López. Antes le veremos de nuevo al frente de los Goya, aunque en su día aseguró que no volvería a hacerlo.

¿Qué le ha convencido para volver a presentar los Goya?

Hasta junio o julio estaba cerrado en banda. Pero después de un mes de retiro en mi casa del campo pude respirar y ver las cosas con perspectiva. Y llegué a la conclusión de que no puedo hacer o dejar de hacer las cosas por lo que pueda llegar a pensar la gente.

Dicen que la clave del fracaso es, precisamente, pretender gustar a todo el mundo.

Así es. Esta frase de Woody Allen me ayudó también. Dos o tres días después de la gala, cuando comenzaron a llegarme esos ataques personales sobre cada palabra que había dicho, sentí mucha tristeza y decepción. Y lo que siento de haber subido aquel tuit es que la gente pensara que la gala había sido un fracaso, y que mis compañeros pudieran verse salpicados. Porque creo que la gala fue un éxito: la gente se lo pasó bien y duró menos que la del año anterior.

¿Regresa desde el autoconvencimiento o también le han animado desde la Academia de Cine?

La Academia me apoyó desde primera hora. Sentí mucho el apoyo de Antonio [Resines], que por entonces era el presidente, y de mucha gente de la Academia que me llamaron para decirme que estaban encantados y que eso que yo sentía no era para nada la sensación generalizada.

Los efectos de las redes sociales...

Después de todo eso me quité de las redes un par de meses, que es lo que voy a hacer cuando acabe esta gala de los Goya. No voy a esperar a asomarme al volcán y llevarme el golpe. Me quitaré hasta que los haters se aburran. Durante ese tiempo sin redes sociales fui muy feliz. Mi idea era acudir este año como invitado, sin ni siquiera subir a dar un premio, y disfrutar de la ceremonia. Pero soy carne de cañón. Sé que presentar los Goya es una patata caliente que nadie quiere, pero es que yo aguanto bien el calor. Me quemo la boca pero sigo comiendo.

El año pasado convenció al ministro de Cultura para que probara las albóndigas de los Hermanos Rodríguez. ¿Le convencerá este año para que baje el IVA cultural?

Esta última vez que ha venido a Málaga me llamó para que fuera con él a comernos las albóndigas, pero estaba en Madrid. Lo cortés no quita lo valiente, tengo que decir que es un caballero. Bajar el IVA no depende de él sino de otros ministerios.

¿Cómo ha sido el rodaje de Thi Mai, su próxima película?

Es una comedia con una premisa dramática. Al personaje de Carmen Machi se le muere la hija y acto seguido le llega la carta de la embajada de Vietnam de aceptación de la adopción de una niña que había solicitado su hija. Ella, junto a sus dos amigas, que son Adriana Ozores y Aitana Sánchez Gijón, deciden ir a Vietnam a por la niña. Y allí se encuentran a mi personaje, que es al final el que tiene la clave para que puedan llevarse a la niña a España. Y es un personaje que va navegando entre la comedia y el drama. He tenido que aprender vietnamita porque mi personaje es alguien que lleva muchos años viviendo allí. Ha sido un rodaje muy loco. Hanói es una de las ciudades más locas que he conocido. Hay 9 millones de habitantes y 5 millones y medio de motos. No hay ley. Allí una moto con tres personas es una moto a medio aforo y los pasos de cebra son ornamentales. Un día vi a uno en una moto con una bandeja con varias tazas de café. No es broma. Una locura.

¿Y cómo ha recibido las críticas de 100 metros?

Estoy muy agradecido. Las críticas han sido muy buenas en general. Y desde aquí me gustaría felicitar a Karra [Elejalde] por su nominación al Gota y por la creación magistral de su personaje. Siempre lo digo: creo que es el mejor actor que hay en España. Es como el Barça en la mejor época de Guardiola. Las críticas han sido muy bonitas, y sobre todo los comentarios que nos llegan de la gente afectada de esclerosis. Además, esta película está cumpliendo su función, que es ayudar a la gente que tiene esclerosis múltiple, animarles y dar a conocer la enfermedad. Y también es un tirón de orejas a las administraciones, que a veces no entienden que se trata de una enfermedad neurológica peculiar.

Algo que incluso va más allá de la taquilla. ¿Siente la presión de los números del cine?

Si 100 metros hiciera un taquillazo, pues sería una alegría. Para mí es la mejor película en la que he estado y el mejor papel que he hecho. Me parece que es el papel más bonito y es la película de la que más orgulloso me siento. Sin importar que la hayan visto un 5% de los que vieron Ocho apellidos vascos. Pero eso está muy bien también. No miro si los guiones que me llegan no tienen detrás una gran productora. Además, ¿dónde he firmado que cada película que haga tiene que estar entre las más taquilleras? Han llegado El futuro ya no es lo que era y 100 metros, que han sido películas que, dentro del rango de taquilla, han estado dentro de la normalidad.

Quizá con Súper López vuelva la presión por la recaudación.

Supongo que sí. Pero no a mí. Súper López será seguramente la mayor producción cinematográfica que se haga en España. Y va a ser una película con bastante más presupuesto de lo normal. Tengo que volar y volar no es barato. Y la presión estará en poder amortizar una producción de este tamaño.

¿Por qué al principio no estaba convencido de hacer esta película?

Este proyecto se me puso sobre la mesa cuando Ocho apellidos vascos estaba todavía en cartelera. Y lo primero que pensé fue que no tenía necesidad de meterme en un proyecto donde van a salir todos los cuñaísmos. Aquí se muere David Bowie y todo el mundo resulta ser súper fan de él, aunque nadie sepa más de tres canciones. Y va a pasar igual con Súper López. Pensé que no tenía necesidad de exponerme en un proyecto en el que hay muy poco que ganar y mucho que perder, por eso de los resultados que siempre han tenido las adaptaciones de los cómics. Pero luego pensé: tío, te han dado la oportunidad de hacer Súper López, que es el superhéroe de los cómics español. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que no guste? Hay un punto en el que debes entender que esta profesión es exponerse a eso.

La entrada al cine cuesta casi lo mismo que la suscripción mensual a una plataforma de películas y series en streaming. ¿No cree que los precios de las salas deberían ajustarse?

No lo sé. Sí que es verdad, y te hablo desde el desconocimiento absoluto, que si existiera esa posibilidad de abaratar el cine, debería hacerse. Pero hay muchas cosas que se me escapan. Estamos en un periodo de transición y creo que ambas cosas deben convivir.

¿Cómo observa la transformación de su ciudad?

Málaga está muy bonita y está evolucionando mucho en muchos sentidos. Aunque también hay que visitar otros barrios. A nivel social son 200 las asociaciones que cada año nos piden ayuda. Las ayudas sociales siempre son pocas. Hay un estrato de la sociedad que no vemos. Y la verdad es que choca que la calle Larios sea este año un festival de luz y sonido y que en la explanada de la Trinidad haya 2.000 personas pidiendo de comer todos los días.