01 «Luna-Lager Bunker» Florencia Rojas, comisariada por Juan Carlos RoblesSala de exposiciones Facultad de Bellas Artes, hasta el 6 de abril

Hay algo que se me escapa dentro del aparato que Florencia Rojas ha desplegado en la sala de exposiciones. Quizás sea esa sensación de abismo ante algo que no termina de estar claro del todo, ese ocultamiento que lleva consigo el discurso y que se reviste en imágenes que nos desbordan. Hay un secreto que articula todo el entramado, un hecho insondable que no podemos conocer pues el propio ser del arte es un enigma que a su vez encierra un misterio. Volver al misterio es descubrir el arte, sacarlo de su cadáver embalsamado donde la sociedad del espectáculo, con sus imágenes banales, lo ha sumido. Pensé, en un principio, que la exposición estaba como dividida en dos. Por un lado, veía un claro acercamiento a las oquedades terrestres en las primeras obras que encontramos en sala. Todo aquello que tiene que ver con la madriguera, el búnker, que inevitablemente nos lleva a una oscuridad cercana a la muerte. Y es esa especulación, que parece un susurro, que no parece decir nada lo que me sedujo en un principio. Eché en falta más obras en este sentido, más agujeros que rizomaran el discurso de un modo literal pero no parecía encontrarlas.

El otro conjunto de obras -Epílogo, Prólogo, People leaving the cinema, Das Geheimnis o Primer acto- lo relacionaba mucho más con todo el aparato cinematográfico. Realmente son obras que disponen una escenografía en torno al cine que más que introducir una narración lineal (como si fuera un nudo) la cortocircuitan, mostrando más bien, una puesta en escena donde actores y espacios encierran un oscuro secreto que queda oculto durante el metraje. Hitchcock lo denominó mcguffin un bruit secret duchampiano que mantiene la tensión durante toda la película. Querer conocer este secreto es querer satisfacer nuestro deseo, cuestión irresoluta pues somos seres deseantes, inconclusos por naturaleza, llenos de zonas oscuras donde no puede acceder la luz. Será por eso, por admitir la irresolución de nuestro cuerpo, que cada vez interesan más los discursos intrincados, fragmentarios, oscuros, que rompen con lo lineal y proponen algo distinto al modelo cinematográfico norteamericano, más orientado al final feliz.

Finalmente Luna-Lager Bunker lo entendí como una entidad fragmentaria, una exposición que despliega una serie de piezas (madrigueras, minas...) donde los entresijos del lenguaje quedan atrapados y donde la narración cinematográfica más que desarrollar una historia muestra su heterodoxa puesta en escena quedando todo entremezclado, un cuadro dentro de otro, como si de una matrioshka rusa se tratara, en palabras de la propia artista.02 y 03 «Cine». Virginia Rota y «Finding Franz Maez». Emmanuel LafontCentro cultural provincial María Victoria Atencia, hasta el 29 de marzo

Del mismo modo que la exposición anterior, encontramos en el Centro Cultural Provincial Maria Victoria Atencia, en Ollerías, dos muestras dentro de la amplia programación con la que cuenta el Festival de Cine Español que acoge estos días nuestra ciudad.

La primera sala cuenta con el trabajo de la fotógrafa malagueña Virginia Rota, que siguiendo la estética íntima de su último trabajo, Saudade, realiza una serie que, como su propio título indica, está muy relacionada con lo cinematográfico. Cine es una exposición que indaga en el palmarés del festival. Las fotografías desplegadas toman el título de películas premiadas en ediciones anteriores. Así podemos ver referencias a 10.000 Kms, Cinco metros cuadrados, La primera noche de mi vida o 3 días, entre otras. Cabe destacar que el trabajo de Rota ya ha sido reconocido anteriormente en certámenes de prestigio como MálagaCrea o NexoFoto, y que ha sido expuesto en importantes eventos como PHEoff 2016, dentro de PhotoEspaña en Mondogalería. Introduciéndonos en sus fotografías llama la atención la cuidada puesta en escena y la iluminación, que refuerzan aspectos psicológicos de los retratados. Encontramos poses trabajadas, muy escenográficas, que empatizan rápidamente con el espectador. Tan sólo cuatro fotografías en blanco y negro alojadas al final de la sala rompen con la cuidada luz azulada que inunda la serie. Se trata de una muestra ortodoxa que fuerza el sentido de la fotografía hacia lo cinematográfico mediante el título de las imágenes. Quizás sea por enfatizar contextualmente la exposición con el festival, o por trabajar con esa ambigüedad entre el posado y no posado -realidad y ficción- con los actores.

Subiendo a la segunda planta encontramos el trabajo de Emmanuel Lafont Finding Franz Maez, un proyecto peculiar que se apoya en un archivo fotográfico de este personaje que el artista usa como punto de partida. La exposición se centra en el dibujo, o más bien, en el diálogo que el dibujo, como generador de ficciones, puede establecer con lo fotográfico, que asimilamos más a una huella de lo real. Así, Lafont interfiere y distorsiona la biografía de este sujeto introduciendo la suya propia, o tratando de reconstruir aquellas partes que en las imágenes no están. Podemos hacernos a la idea de que Franz Maez era belga, este hecho no hace sino provocar el que el artista acuda en su búsqueda tratando de recorrer el rastro que dejó en las fotografías. Lo que convierte el trabajo en autobiográfico, como podemos constatar en parte de la producción que convierte a sus allegados, e incluso a él mismo, en protagonistas de la historia. Una ficción cinematográfica fragmentada que amalgama dibujo, fotografía y cuerpo.