La vida inesperada

Dirección: Jorge Torregrossa.

Intérpretes: Javier Cámara, Raúl Arévalo, Carmen Ruiz.

Qué triste es rodar una película en Nueva York, gastarte una pasta en viajes, producción, permisos de rodaje y todo esos rollos? Para terminar entregando un filme en el que el paisaje de la Gran Manzana parece una foto, en el que los actores parece que han rodado delante de un chroma verde. Que Elvira Lindo, que lleva años viviendo allí, haya sido sólo capaz de desarrollar su historia neoyorquina en una mirada tan plana, tan bidimensional de la urbe, tan apática -por no haber no hay ni demasiadas postales-, en realidad, termina siendo un poco metáfora de buena parte del cine español: aspira a capturar la vida, envuelta en cierto celofán en busca de la aprobación del espectador, pero lo que entrega es un chroma de la vida. La vida inesperada es, por tanto, lo de siempre, pero en Manhattan: ¿es una dramedia romántica? ¿Una historia sobre los choques culturales? ¿Qué se cuenta aquí realmente? ¿Qué motiva estos casi 110 minutos de película? Lo de siempre pero con una ampulosa partitura de Lucio Godoy y Federico Jusid -ya me imagino las órdenes que recibieron: «¿Visteis el principio de Manhattan, la de Woody Allen, con la Rhapsody in Blue, de Gershwin? Pues venga, a trabajar»- y unas partenaires femeninas que son caricaturas de las locuelas dibujadas por Allen para Diane Keaton. Como los jamones y el queso que el personaje interpretado por Raúl Arévalo, el visitante, le entrega al de Javier Cámara, el residente en Nueva York -productos de marca, no de denominación de origen; o sea, cosas envasadas al vacío, de supermercado-, La vida inesperada contiene atisbos de sabores y olores, pero son los sabores y los olores que vienen de las especias y condimentos industriales. Todo es falso aquí: un poner, las escenas en las que Cámara charla vía Skype con su madre -a vueltas Elvira Lindo con el registro doméstico de maruja simpática que cree dominar- son el ejemplo perfecto de cómo esta película está envasada al vacío. Todo esto en una cinta que se titula La vida inesperada y que pretende hablar sobre cómo asumir los virajes y cambios de rumbo que da la vida es imperdonable. Ah, ¿y Jorge Torregrossa, el director? Al hombre, el profesional español de confianza de algunas majors, lo que le echen, que se apunta: a todo le va a aplicar esa rutina del alumno aplicado de escuela de cine, que sacó buena nota en la asignatura de encuadre... Pero poco más.