Y la crisis económica irrumpió con dureza y contundencia en la Sección Oficial del Festival de Málaga. Porque la actriz Natalia de Molina, que se presentó hace unos días con la desenfadada comedia Cómo sobrevivir a una despedida, ha puesto rostro a las miles de personas que han sufrido en sus carnes la crisis económica en la película Techo y comida, primer largometraje dirigido por el jerezano Juan Miguel del Castillo.

De Molina interpreta a Rocío, una joven madre soltera sin trabajo que no recibe ningún tipo de subsidio, por lo que no puede pagar el alquiler de su piso, lo que lleva a su propietario, también acuciado por las deudas, a denunciarla, con lo que planea sobre ella la amenaza del desahucio.

«Es una película del pueblo y para el pueblo, para hacer reaccionar al pueblo y a todas las mentes que están dormidas en este país. Pone el foco donde otros no quieren mirar para hacerlo visible y dar voz a las personas que peor lo están pasando», aseguró ayer Del Castillo, quien tiene muy claro el objetivo de su filme: « Dejar un reflejo de la que está cayendo con la crisis económica y hacerlo del lado de los más desfavorecidos».

El realizador es de Jerez, la localidad con los peores índices de paro del país. De ahí que su «denuncia social» sea especialmente fuerte: «He querido mostrar que Andalucía ha sido una tierra muy castigada, y cuando se decía que España iba bien, aquí nunca ha ido bien. Quería hablar de un problema que es universal desde el punto de vista de mi tierra».

El productor Germán García ha subrayado que el año 2012 fue el que «con más virulencia se notó la crisis» y «el punto de inflexión entre lo que estaba pasando en silencio y de lo que los medios se harían eco después».

Así, García, que tildó Techo y comida de «neorrealismo actual», subrayó la importancia de que «en el cine de ficción» haya una película «que hable de lo que está pasando, de las consecuencias de decisiones de gente, que son quienes nos gobiernan, y que están afectando a miles de personas». «Mi idea era que quedara un documento para que cuando se vea dentro de 20 ó 30 años, se diga: esto estaba pasando en este país, más allá de los reportajes de los medios de comunicación que tienen caducidad», señaló el productor.

Natalia de Molina es, desde ya, la principal candidata para hacerse con la Biznaga a la Mejor Actriz por su Rocío, una joven madre soltera que busca desesperadamente reconducir su vida en un entorno cada vez más hostil. «Me he dejado la piel en este ejercicio. Cuando recibí el guión de Techo y comida sabía que quería estar en la película, pero sentía respeto por estar a la altura, no quedarme a medias ni al 90 por ciento. No me he metido en el personaje, se ha metido ella en mí», recordó De Molina, que estudio en la Escuela de Arte Dramático de Málaga. Junto a ella, Jaime López, que encarna a Adrián, el hijo de Rocío: «Como ella es tan buena actriz, vi el don que tiene para actuar y lo hice igual que ella», afirmó con desparpajo al preguntársele por su trabajo a Jaime, un auténtico descubrimiento.

Junto a Natalia de Molina y Jaime López, forman parte del reparto de Techo y comida Mariana Cordero, Mercedes Hoyos, Gaspar Campuzano, Montse Torrent, Natalia Roig y Manuel Tallafé. Pero la protagonista verdadera es esa crisis económica y las familias que se ha llevado por delante con crueldad.