La actriz Laia Marull encarna a la joven Janine en Brava, el segundo largometraje de Roser Aguilar, un descarnado drama sobre «la soledad en el que se encuentra una mujer en un momento de dolor». Janine sufre un asalto en el metro y es testigo de una agresión sexual. Tras el ataque, todo lo que encuentra alrededor es silencio. El suyo propio y el de quienes le rodean.

¿Cree que el silencio social ante una agresión sexual es tan peligroso como los golpes del agresor?

La agresión constante de la mujer es en general silenciada. Es curioso, pero la mayoría de las mujeres que son violadas no lo dicen. O pasan años sin decirlo. Las asociaciones que ayudan a estas mujeres les animan a contarlo porque es la única manera de pasar ese dolor. La mujer es la primera en sentirse culpable. Y eso que por suerte no estamos en un país en el que si te violan te obligan a casarte con el agresor. Hay países en los que sucede eso, en los que el agresor queda inmune por el hecho de casarse con su víctima. Algo terrible. Pero es cierto que muchas mujeres se arrepienten de denunciar una violación por el temor a ser juzgadas ellas y sufrir una segunda violación, la psicológica.

¿Y qué opina de los que miran hacia otro lado?

Estamos anestesiados ante el dolor ajeno. Vivimos en un mundo bastante agresivo e individualista. Vamos a lo nuestro y sin querer ver lo que hay alrededor. Pero ya no es sólo ante una agresión. Cuando vas en el metro, la gente ocupa los asientos reservados para los ancianos y se quedan ahí, con su móvil y sin mirar si alguien lo necesita. Pasamos mucho de todo lo que hay alrededor.

¿Es más complejo construir un personaje a base de miradas y silencios que uno con muchas líneas de texto?

No. Para mí, no. Da igual cómo se exprese, con texto o sin él. Lo importante es lo que le sucede y lo que transmite con eso que le sucede. No todo tiene que pasar por la palabra. Porque no todas las cosas que decimos a diario son las que nos suceden o las que nos afectan. Nuestro mundo es mucho más complejo que poner en palabras nuestros sentimientos. Y en esta película creo que Roser ha sido muy valiente al dejarnos entrar en el mundo interior de esta mujer e intentar llegar hasta el final.

¿Está instalada en el drama?

Si es así, no me parece mal. Para mí un personaje como Janine no tienen nada que ver con otro igualmente dramático. Los personajes son totalmente distintos y les ocurren cosas desde lugares totalmente distintos. Y aunque el drama es algo que me persigue y apasiona a la vez, para mí cada película que hago es un mundo distinto.

¿Y no reza por que le llegue una comedia ligera o un musical?

¡No, cantar no! No sé cantar. Bailar, podría. Pero cantar... Lo tendríamos jodido. Hubo una época en la que deseaba una comedia. Pero a cada uno le toca lo que siembra. Me apasiona lo que hago y cada personaje lo enfoco de un lado totalmente distinto. Claro que es mejor cuanto más amplio sea el abanico. Pero no me parece mal donde estoy.

Está en un lugar muy reconocido. La comedia, por otro lado, no suele ser tan premiada.

Sería peor, ¿no? Bueno, o no, porque igual tendría más trabajo como buena cómica. Igual tendría menos premios pero más trabajo, que es lo que en realidad nos conviene a todos: más trabajo y menos tonterías.

Más trabajo fue la gran reclamación de la actrices en los pasados Goya, que lamentaban que en España haya un 52% de mujeres y solo un 20% de personajes femeninos en el cine.

Hay un recorrido enorme por hacer. Ya está bien de estar ahí, rezagadas, con un 10 o un 20 por ciento de presencia, porque eso no refleja la sociedad en la que vivimos. Tampoco hay las mismas oportunidades para señoras directoras o guionistas que quieren contar sus historias. Falta mirada femenina, que eso no quiere decir que sean historias para mujeres.

¿Por qué resulta tan complicado para algunas cabezas entender que feminismo no es ir en contra del hombre?

Es increíble escuchar a gente decir que el feminismo es igual que el machismo. ¿Qué tendrán que ver? El feminismo es reivindicar una igualdad que no existe en la sociedad. Y a estas alturas creo todos tendríamos que ser feministas. Yo reclamo que todos pongamos nuestro granito de arena, hombres y mujeres.

Algunos compañeros suyos sostienen que los tras lograr un Goya dejan de llamarte. Usted tiene tres. ¿Se ha visto perjudicada por los premios?

No sabría decirte si los Goya me han jugado buenas o malas pasadas. Nunca sabes las razones por las que te llaman o dejan de llamar. Y tampoco quiero indagar en eso. La gracia es que un trabajo te lleva a otro y luego a otro. Y yo siempre he vivido de esto, aunque he conocido épocas más duras, de no tener ofertas. También he tenido etapas de rechazar muchas ofertas, quizás demasiadas. Por qué te dejan de llegar ofertas. Por haber rechazado demasiadas; por la crisis; por haber ganado un Goya, por no jugar a ser mediática...? Nunca lo sabré. Cada uno tiene su carrera y yo intento ser consecuente con lo que hago.

¿Le interesa más el arte que toca la realidad que el meramente decorativo?

Es imprescindible el arte del entretenimiento. Me parece fantástico y soy consumidora de este arte. Pero cuando a mí me tira un proyecto es porque dice algo que yo quiero decir.