El convenio de trabajo que rige las relaciones entre los actores y los estudios de Hollywood expiró ayer sin un acuerdo entre las partes para establecer un nuevo marco laboral que disipe los temores de una huelga que nadie quiere.

La medianoche de ayer supuso el final del contrato vigente y el inicio de un período de incertidumbre forzado por el sindicato mayoritario, Screen Actors Guild (SAG), en su solitaria lucha contra las productoras por unas mejores condiciones laborales. Esta organización exige a la industria que los actores obtengan su parte de los beneficios de las producciones al margen del formato en el que se distribuyan, así como un aumento de los salarios, pagos de seguro médico, ayuda por desplazamiento o mayor protección ante el uso de publicidad integrada en las realizaciones.

En su cruzada, SAG se ha opuesto a los compromisos alcanzados por el resto de sindicatos con la industria, representada por la Alliance of Motion Pictures and Television Producers (AMPTP), que consideró insuficientes. Con los plazos ordinarios de negociación agotados, la lucha de SAG se ha tornado en un enfrentamiento con el segundo sindicato en número de afiliados, el American Federation of Television & Radio Artists (AFTRA), para tratar de convencer a sus miembros de que se opongan a su pacto con la AMPTP.

Esta situación ha sumido a Hollywood en una guerra psicológica en la que unos y otros emplean el miedo a una indeseada huelga para tratar de conseguir sus objetivos.

En un anuncio hecho público ayer, titulado "Dañina e Innecesaria" en el que se ven siluetas de personas sosteniendo carteles donde pone "huelga", la AMPTP señaló a SAG como único culpable de un posible parón en la industria. "Ya es suficiente", insiste el mensaje de los estudios en relación a los costes que supondría la huelga para el sector, especialmente después de los miles de millones de dólares en pérdidas originados por el plante de 100 días de los guionistas.