A pesar de algunas protestas, la instalación de cámaras de vigilancia en Málaga está haciendo retroceder a nuestros pseudodelincuentes más recalcitrantes, entre otros efectos beneficiosos.

El pasado mes de mayo, el responsable de los comerciantes del Centro Histórico, Rafael Prado, aseguraba a este cronista que, como demuestran las estadísticas, "donde hay una cámara de vigilancia no hay pintadas".

El Ayuntamiento, en una decisión muy acertada, ha pedido dinero a la Junta de Andalucía para ampliar la videovigilancia y llevarla a las calles más comerciales del Centro.

Entre ellas se encuentra la castigada calle San Juan, cuyos comerciantes llegaron a proponer movilizaciones para protestar por el acoso de nuestros ungulados grafiteros. Darse un paseo por esta calle, con tantos negocios que viven no sólo de lo que venden sino también de la imagen, es caer en la cuenta del daño que puede hacer un ´chusmonáceo´ armado con un ´spray´.

Tiendas hay que se gastan todos los años un perraje en limpiar la fachada, mientras, hasta la fecha, nadie ha podido frenar el acoso grafitero.

Las cámaras de videovigilancia permitirán que los pseudodelincuentes se tienten la ropa, y se lo piensen dos veces, para evitar ser captados por esa ´mirada justiciera´ que todo lo graba.

Es lo que los comerciantes llevan pidiendo desde hace años y más vale tarde que nunca.

Ahora bien, también los comerciantes de la calle San Juan reclaman más limpieza, el arreglo de las baldosas levantadas, las alcantarillas rotas y más iluminación nocturna.

En cualquier caso, hay que felicitar al Ayuntamiento por escuchar a los comerciantes y tomar medidas con respecto al problema número uno de esta comercial calle, caída en la desgracia de las pintadas por culpa de una minoría.