"¡Me encanta Almodóvar!, me dijo la rectora cuando traté de explicarle el significado de los colores de las paredes". Es un punto kitsch que Adelaida de la Calle no oculta, y que en el caso de la futura sede de la Escuela Universitaria Politécnica y de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial, el calabaza, el azul, el rojo, el amarillo o el malva sirven para romper la monotonía, para huir del tedio y para orientar a quienes a partir de octubre vivan estas instalaciones día a día y tengan que recorrer sus largos pasillos. Más de 3.600 alumnos y 350 profesores, sin contar con el personal de administración y servicios.

"¡Me encanta Almodóvar!, me dijo", recuerda el arquitecto Salvador Moreno Peralta, autor del proyecto, durante una visita con este periódico a pocos días de su inauguración. En las semanas previas se ultiman detalles, se repasa el trabajo tras algo más de dos años de obras... y se modifican muchas cosas para adaptar las instalaciones a las necesidades docentes del edificio. Ya se está haciendo la mudanza. Las cajas se reparten por doquier e incluso se han instalado algunas bancas, las mismas que había en El Ejido. "Es una pena", dice Moreno Peralta.

No obstante, el cambio será abismal. Se cambiará un edificio obsoleto, propio de la autarquía, funcional y feo, por otro nuevo y avanzado, moderno y diáfano (cada alumno dispondrá de unos 30 metros más que en su anterior ubicación), que será inaugurado en octubre, coincidiendo con el inicio del curso académico, pero que tiene incluso previsto acoger, el próximo día 24 de agosto, unos primeros exámenes de recuperación.

El edificio tiene cuatro pisos, incluida la planta baja, además de un sótano donde caben 600 vehículos. Es extremadamente largo: 230 metros longitudinales, de punta a punta, pero cada rincón es diferente. No se repiten los pasillos. Ni las estancias. En total, 40.000 metros cuadrados y un presupuesto que supera los 50 millones de euros.

Cuatro zonas. Con sólo mirar los planos se adquiere una idea bidimensional de los espacios. La planta revela que existen cuatro zonas bien diferenciadas. Una primera, destinada a talleres, naves separadas del edificio principal, con ocho grandes puertas para el fácil acceso de maquinaria y camiones. "Son independientes porque en ellas se llevarán a cabo ensayos en los que se producirán vibraciones y así evitamos que sufra la estructura de la sede", explica.

El complejo Politécnico, a su vez, se divide en dos en torno a la gran plaza donde se encuentra el aula magna (con capacidad para 300 butacas), la cafetería, la biblioteca (en dos niveles) y los accesos. "Ahí es donde se va a vivir la Universidad", destaca el arquitecto.

El ala izquierda está reservada a las clases, salones de dibujo y departamentos, en distintas plantas (los despachos del profesorado sí que estrenan mobiliario, al igual que la zona de administración, sala de junta y áreas de dirección); y la derecha, a los laboratorios de investigación.

"No entiendo que una facultad tenga que ser aburrida. En este edificio hay algo de centro comercial. Es una filosofía particular, de entender que el conocimiento no sólo se va a impartir en el aula, también en la amplitud de otros recintos, en los corredores y, por supuesto, en la cafetería", destaca el autor del proyecto mientras hace un recorrido por la construcción, que también tiene espacios libres que pueden funcionar de salas de exposiciones, incluido el aparcamiento, que cuenta con la iluminación adecuada.

La luz natural inunda cualquier sala sea donde sea. Esté orientada al norte o al sur. Pero los rayos del sol no molestan, porque el dintel de las ventanas está ligeramente más bajo de lo habitual. Otra forma de combatir la rutina. Para ello, se han traído de Bélgica los grandes pilares que en España no se fabricaban, que generan una gran espaciosidad. Además, son vigas que se ven en el exterior. "Si tienes un magnífico esqueleto, por qué ocultarlo", añade Moreno Peralta. La fachada tiene un caro revestimiento de paneles de aluminio lacado "y de noche, cuando esté iluminado, parecerá que el edificio flota", agrega.

Con imaginación se han resuelto los problemas que han ido surgiendo sobre la marcha, y todavía queda colocar en parte de la fachada una hilera de placas solares de tonos azulados que, junto a las que ya están instaladas en la azotea, harán que el edificio sea energéticamente sostenible.

Por ejemplo, la teórica entrada trasera, la del norte, se va a convertir, por el simple uso, en la principal, ya que por allí pasará el metro en superficie, por allí quedarán las residencias de estudiantes y colegios mayores y por allí también llegará el autobús y el carril bici. Los jardines están inspirados en la estética japonesa zen y combinan pequeñas parcelas de césped, grava, gravilla, corteza de madera o hileras de cipreses.