La industria turística va camino de aprender a caminar sobre el fuego. Después de un verano plagado de incertidumbres, con reservas a última hora y números anudados ´in extremis´, el sector está condenado a entenderse con las amenazas. La perspectiva para septiembre no se avecina más serena. Los resultados, a fecha de hoy, continúan siendo una incógnita y aunque se confía en el turista poco planificador, irrumpe un nuevo sobresalto: el adelanto del curso escolar, que podría arañar turistas a la Costa del Sol durante la primera quincena.

Así lo cree, al menos, el gerente de la patronal hotelera, Antonio Aranda, que pronostica un septiembre con menos ocupación que en 2008, año en el que también se registraron pérdidas. Su tesis, con el calendario en la mano, parece inapelable en esta época de pocas convicciones. "En las primeras semanas del mes recibimos a un turismo familiar que este año no podrá venir", se lamenta.

La cronología habla por sí misma. El próximo curso se iniciará el próximo 10 de septiembre, lo que escatimará buena parte de las visitas de este tipo de turistas. La conjetura la corrobora también Miguel Sánchez, presidente del consejo turístico de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), que asevera que los primeros días de septiembre "siempre han funcionado como una prolongación de agosto".

No obstante, el representante empresarial se muestra optimista. Los meses de julio y agosto han demostrado que las reservas, más perezosas y rezagadas de lo habitual, acaban por contratarse y salvar el balance a última hora. "Esperemos que ocurra lo mismo, porque si nos ceñimos a las que han llegado ahora, podemos echarnos las manos a la cabeza".

El turismo se ha convertido este verano en una cuestión de fe. Las expectativas y previsiones varían de una semana a otra y no existen especialistas que puedan adelantarse al comportamiento del mercado. Ni siquiera la crisis se torna en un indicador infalible. "En agosto, que empezó también sin reservas, los resultados parece que han sido mejores de lo que nos esperábamos, casi como los del año pasado", razona Sánchez.

Aun así la situación varía en función de la zona y la oferta a la que se adscriba el producto. En Málaga existen todo tipo de preocupaciones, pero apenas afecta la precocidad del calendario escolar. Francisco Moro, vicepresidente de la Asociación Empresarial de Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), insiste en que la capital ya está prácticamente fuera de la lógica de sol y playa y que sus demandantes se distinguen de los del resto de la provincia. "Aquí es sobre todo turismo cultural, por lo que el familiar no tienen gran peso".

Lo que sí parece destinado a cambiar, tanto en Málaga como en el resto del litoral, es el perfil del turista nacional. Las familias, acechadas por las obligaciones, dejarán de pasearse por las piscinas, al igual que los trabajadores de la Administración. Quedan los empleados y las escapadas de fin de semana, aunque las esperanzas se centran, al menos en lo que respecta a la primera semana, en los primeros. "Las escapadas no llegan hasta cuando pasan más semanas y están lejos las vacaciones", reflexiona Francisco Moro.