Las apacibles temperaturas del puente de la Inmaculada, propias de los primeros días de otoño, vuelven a poner de manifiesto la posibilidad de que los efectos del cambio climático estén comenzado ya a manifestarse. Según el Instituto Nacional de Meteorología (AEMET), ayer se registraron en Málaga temperaturas mínimas de 15 grados y máximas de 23, y para hoy la previsión es que únicamente se baje un grado de estas cotas (14-22), algo impropio en plena antesala de las navidades. Ayer, la imagen que más se repetía era la de terrazas y chiringuitos con la gente comiendo en plena calle, y un vestuario donde los jerseys y abrigos dejaban rápidamente paso a las mangas cortas.

Los expertos, sin embargo, matizan que una estación cálida no tiene necesariamente que apuntar a un cambio de ciclo térmico global, como tampoco lo hacen indicadores como las temperaturas del nivel del mar. De hecho, el oceanógrafo del Instituto Español de Oceanografía (IEO) situado en Fuengirola, Manuel Vargas, aseguró ayer que la temperatura récord que alcanzó en el pasado verano y parte del otoño el agua del Mediterráneo español, y en concreto la del litoral andaluz, no tiene nada que ver, en principio, con el cambio climático. El hecho de que este verano el agua de la bahía de Málaga alcanzase los 26,5 grados (3,5 grados más que en el año anterior) tendría su explicación en los regímenes de viento, explicó Vargas, que recuerda que en los meses más calurosos "hubo muchos días de viento de levante que calentaron el agua".

En este sentido, indicó que este tipo de cambios "tan radicales" se pueden enmarcar dentro de lo natural, por lo que parece precipitado considerarlo como una posible consecuencia del cambio climático, "aunque hay que estar atentos y ver cómo evoluciona esta temperatura".

De hecho, Vargas participó en octubre en una expedición marítima organizada por el IEO que recorrió todo el litoral mediterráneo español para evaluar la salud del medio marino, actividad que se suele hacer con periodicidad, "como un sistema de control que nos permita dar la alerta en caso de que observemos cambios anómalos".

Lo que Vargas no dudó en relacionar con el cambio climático es la temperatura del agua a mayor profundidad, aunque, a diferencia de como ocurre en la superficie, estos cambios se producen de una forma mucho más gradual. Durante estas expediciones se miden, además de la temperatura, todo tipo de variables para diagnosticar la situación, tales como los nutrientes o los gases de efecto invernadero que han ido a parar al agua.