Muchos malagueños que paseaban la tarde del 27 de marzo por Puerta del Mar se quedaron de una pieza cuando contemplaron a unas cuarenta personas con trajes de comienzos del XIX, entre civiles y soldados, ´tomando´ la antigua mansión de la familia Ugarte-Barrientos, el actual edificio Edipsa.

Entre ellos se encontraba la ´viva imagen´ de Pepe Botella, el hermano (abstemio por cierto) de Napoleón, convertido en el rey de España José I. La asociación histórico cultural ´Torrijos 1831´ quiso viajar en el tiempo para conmemorar los 200 años de la llegada del monarca francés a Málaga, una ciudad tomada desde un mes antes por el ejército napoleónico, en la que permaneció cerca de 10 días.

El historiador y miembro de la asociación, Esteban Alcántara, explica que se escogió el edificio Edipsa para la conmemoración porque justo por delante, el 4 de marzo de 1810 José I Bonaparte pasó a caballo con su séquito, aunque en realidad se alojó en una casa de la actual calle Trinidad Grund, la que luego ocupó la misma Trinidad Grund y que en 1810 estaba habitada por el comerciante de origen francés Juan Bautista Maury.

Por cierto que hace 200 años esa vivienda daba a la Alameda, que era más ancha, hasta que se construyó una fila nueva de casas que dieron lugar a la calle Trinidad Grund.

En recuerdo de ese real alojamiento, una guardia de honor de granaderos posó delante del palacete. Pero el centro de los actos tuvo lugar en el edificio Edipsa, en el que se escenificó el recibimiento a ´Pepe Botella´.

Mientras los civiles malagueños y los soldados formaban en el precioso patio del edificio Edipsa, a los acordes de ´La Marsellesa´ bajó por la escalera principal el rey José I, acompañado del general Soult y el general Sebastiani. Tras los honores al monarca, se leyó la declaración de ´juramento de fidelidad´, que en su día fue leída en la Catedral de Málaga nada más invadir la ciudad los franceses.

También leyó el hermano de Napoleón el discurso histórico que realmente pronunció a su llegada a la ciudad.

"Buscamos a una persona que se pareciera a José Bonaparte y que supiera interpretar. Con respecto a la vestimenta que empleó a su llegada a Málaga, no se sabe si llevaba un uniforme de granaderos o vestimenta civil", cuenta Esteban Alcántara.

Lo que tampoco está documentado, pero se añadió al acto conmemorativo, fue el ofrecimiento de productos de la tierra: pasas, almendras y una botella de la Axarquía, aunque respecto a este último obsequio, ya queda dicho que ´Pepe Botella´ no bebía alcohol.

Otro de los puntos más vistosos de este acto de ´Torrijos 1831´ fue el baile de gala, gracias a la música de vals de una violinista ucraniana.

Afrancesados

Esteban Alcántara quiere resaltar que con esta representación, la asociación ha querido reivindicar el papel de los afrancesados malagueños, tan difamados en su día, una burguesía emprendedora que también quiso lo mejor para su ciudad. "Aquella Málaga afrancesada, partidaria de la inteligencia y la ilustración y contraria a las prerrogativas del poder absoluto del Antiguo Régimen".

A este respecto, el historiador malagueño subraya que, más de 20 años después, los afrancesados malagueños se habían convertido "en esforzados liberales y defensores de la Constitución de 1812", que apoyaron el desembarco del general Torrijos, y que aparecen en los informes que manejaba el ´malvado´ gobernador Vicente González Moreno, el hombre que logró apresar al militar madrileño. Entre estas familias de afrancesados se encontraban los Tentor, Accino, Segovia y Castillo.

"Creo que nadie ha estudiado cómo lograron subsistir estos afrancesados, tras la Guerra de la Independencia, cuando algunas de estas familias todavía estaban establecidas en Málaga en 1831", destaca Esteban Alcántara.

Siguiendo las crónicas de Narciso Díaz de Escovar y del médico contemporáneo José Mendoza, vemos que el séquito de José Bonaparte entró a Málaga por el Camino de Antequera y a las tres de la tarde el cortejo se encontraba a la altura de Zamarrilla. Rodeado de sus ayudantes y dragones y con los edificios oficiales engalanados, el rey francés hizo el siguiente recorrido: calle Mármoles, Pasillo de la Aurora, Puente, Puerta Nueva, Compañía, la actual plaza de la Constitución, calle Nueva, Puerta del Mar y la Alameda.

El rey fue recibido al pie del palacete de la actual calle Trinidad Grund por su anfitrión, Juan Bautista Maury.

Como es lógico, la visión del médico malagueño José Mendoza, contrario a los invasores, deja constancia de la ´perfidia´ de los afrancesados malagueños, pero también de la frialdad con la que los ciudadanos ´de a pie´ recibieron a ´Pepe Botella´: "A la media hora de haber llegado salió al balcón y como ya estaba su comitiva mezclada con el pueblo, le vitorearon sobremanera y al par de los charranes, mas no la gente del pueblo, que calló y abrió la boca sólo para maldecirle e injuriarle", dice en su diario.

Manuel Olmedo, académico de San Telmo, declaraba en esta sección el pasado mes de febrero que Málaga "no se fundió nunca con el invasor" y con respecto a los afrancesados, manifestó que muchos de ellos eran "personas bienintencionadas que querían a España como a los otros y que vieron en el imperio de Napoleón la solución a los gravísimos problemas de su nación".

Aunque también se desencantaron ante las atrocidades francesas, algunos de estos afrancesados ayudarían a forjar la España liberal y apoyaron a Torrijos.