Fue un apaño y ya se sabe que en política, los apaños salen mal siempre. Y miren que hay ejemplos, el más evidente el de la UCD, que llegó incluso a gobernar este país en una época trascendental de nuestra historia. Cuando en el seno de un mismo partido político hay muchas ´sensibilidades´ –léase eufemismo para no tener que reconocer que hay gente que no se soporta bajo las mismas siglas–, es que el uno es muy sensible con todo lo que piensa el otro y viceversa. Vamos, que sólo con escucharlo quiere salir corriendo. Sirve esto como introducción de lo que ha sido la noticia política de la semana: la ruptura, esta vez total, absoluta, irrefutable, del grupo municipal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Málaga. Antonio Serrano ha pedido la baja del partido y ha comunicado su paso a edil no adscrito. Y todo esto, después de litigar durante más de un año con la dirección de IU hasta conseguir que el comité federal reconociera que su expulsión, tramitada por la dirección provincial e impulsada por su hasta ahora compañero, Pedro Moreno Brenes, era nula. Imaginamos cuántas veces habrá soñado Serrano con este momento, con salir ante la opinión pública para decir que IU no había podido echarle pero que él mismo se iba. Y se va con alguna que otra ´perla´ como que su ya ex partido está gobernado por "un grupo de acomodados carentes de escrúpulo y rumbo político y cuyo único precepto es mantener el sillón". Estas palabras van dirigidas, aparte de a Moreno Brenes, su enemigo íntimo, al coordinador provincial de IU, José Antonio Castro, perteneciente, como Brenes, a la corriente del Partido Comunista. Por cierto que la salida de Serrano de IU ha arrastrado a unos cien militantes de su ´sensibilidad´, con lo que ha dejado al partido, de golpe, sin un 30% de sus militantes.

Carta. Serrano tuvo claro desde el primer día que esta legislatura, la actual, a la que le queda un año largo, iba a ser la única que él pasara como concejal en el Ayuntamiento de Málaga. Los movimientos para aburrirle y que se marchara empezaron desde el principio, pero decidió aguantar. Ha protagonizado junto con Brenes algún episodio lamentable pero ha hecho una buena labor de oposición –igual que su enemigo íntimo–, aunque el hecho de ser dos y estar peleados ha restado importancia y relevancia pública a esta desempeño. Y se ha ido con una carta al alcalde que no tiene desperdicio: "Le ruego que acelere las instrucciones oportunas para cambiar mi ubicación física lo antes posible". Izquierda Unida éramos tú y yo, le falta decirle a Brenes.

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