Los resultados del estudio La videovigilancia en las zonas públicas, presentado ayer por el Instituto Andaluz Universitario de Criminología en la Facultad de Derecho, arroja datos que invitan a la reflexión sobre las zonas vigiladas de la capital malagueña.

Las conclusiones de este informe destacan cómo después de un año de funcionamiento en varias calles de la capital la actividad delictiva «no se ha reducido notablemente». Tanto es así, que los autores de este proyecto aseguran que los datos policiales revelan un reducción de delitos que apenas alcanza el 2%, mientras que la percepción de los ciudadanos sobre ese descenso se sitúa en las encuestas realizadas en un 3,6%.

Más relevante es el hecho de que la ínfima reducción de los delitos en las zonas vigiladas haya supuesto el efecto contrario en calles cercanas a las que tienen cámaras con un incremento delincuencial del 14,6%, así como en otras calles con similares características a las vigiladas (+11,1%). Ambos porcentajes evidencian, según el estudio, un desplazamiento del delito, fundamentalmente en aquellos cometidos contra el patrimonio. Hablando ya de la tipología delictiva, el informe apunta que la mayor parte de los delitos cometidos en las zonas vigiladas fueron hurtos (74,4%), mientras que los robos con fuerza en las cosas se situaron en segundo lugar con más de un 10%. En cuanto a las lesiones, apenas tienen incidencia en comparación con los delitos patrimoniales.

La tasa de victimización también da lugar a la sorpresa. El trabajo, que ha incluido 1.280 encuestas a ciudadanos un año antes de la instalación de cámaras y un año después, refleja un pequeño descenso de la tasa de victimización. Si un 20,2% de los encuestados aseguraban haber sufrido algún delito antes de la instalación de las videocámaras, un 19,4% afirmaba lo mismo en marzo de 2008, un año después de dicha instalación. Más concretamente, el informe especifica que, en la zona donde están las cámaras, la victimización se redujo en un 2,2% (un 3,6 en las calles con cámaras), mientras que en las calles similares aumentó un 0,7%.

El investigador José Luis Díez Ripollés indicó que con el estudio se han avalado dos de las hipótesis de trabajo iniciales, como son el descenso de los niveles de delincuencia en los lugares donde se iban a instalar las cámaras y el desplazamiento del delito no sólo hacia las calles colindantes a la zona videovigilada, sino a otras calles con características similares pero ubicadas en otra zona.

Sin embargo, no se ha podido validar la tercera hipótesis sobre la mejoría en la sensación de seguridad y la reducción del miedo al delito, ya que «no se han apreciado diferencias significativas entre las zonas de tratamiento y de control respecto a las percepciones de la delincuencia», tanto en la frecuencia como en el miedo.