La política no sólo entiende de eslóganes y propuestas. Se venden ideas, pero también líderes. Los tiempos mandan. Del candidato extraordinario, nacido para encabezar a la tropa, se ha pasado al laboratorio. Política profesional, cultura de la visibilidad. La comunicación no verbal, la mirada, todo cuenta en la difícil tarea de movilizar al electorado y convencer.

Raquel Alguacil, directora de Tevisto Asesores de Imagen, recuerda que el mensaje es indisociable de las connotaciones que transmite el emisor. Su análisis, centrado en el aspecto y los ademanes de los candidatos, no difiere excesivamente en cuanto a conclusiones del ofrecido por los psicólogos. En el caso de De la Torre también alude a la seriedad, aunque traducida en detalles que son, en teoría, más fáciles de resolver. Su indumentaria, dice, peca de un clasicismo excesivo. Le recomienda introducir novedades. «Da la sensación de tener la misma imagen de hace diez años y eso no es bueno si quiere aparentar frescura».

La experta aboga por iniciar el cambio por el cuello de las camisas y las hombreras, casi siempre curvas, que dan una sensación de fatiga y desgaste. Se trata de detalles que, junto a la corbata, resultan determinantes. «Hay que tener en cuanto que, por la situación de los ojos, siempre van a mirarle en un plano en el que destacan», detalla.

La asesora de imagen aconseja al alcalde combinar los colores fríos con camisas blancas, que suelen evocar frescura. También introducir en su vestuario la tonalidad. No es ninguna tontería, sino una lección de mercadotecnia. La misma que lleva a Rajoy a decantarse por el rojo en la corbata, a Zapatero por el azul en los debates de televisión. «Su imagen ganaría si entendiese que no siempre hay que llevar traje. En los actos de fines de semana, parecería más cercano si fuera más informal».

En cuanto a la gestualidad, la experta le recomienda trabajar el lenguaje del cuerpo. «Las utiliza poco y eso le resta vivacidad», opina. En lo que respecta a María Gámez, la especialista percibe una diferencia casi inconciliable. «Sus gafas y su peinado son modernos y acertados pero, sin embargo, utiliza un vestuario clásico, poco acorde con lo que transmite el resto de su cuerpo», reflexiona. A Pedro Moreno Brenes, le atribuye los mismos defectos de guardarropía que a De la Torre, aunque con un matiz adicional: la falta de armonía de los colores.