«Una imagen vale más que mil palabras». «La cara es el reflejo del alma». Y otros tantos más. Todas estas frases ponen de manifiesto lo importante que hoy día es la imagen personal para cualquier aspecto de la vida, sobre todo la buena imagen. Para relacionarse con la sociedad o para encontrar trabajo, para sentirse bien consigo mismo y un largo etcétera de porqués. Pero hay personas que, por enfermedad, no tienen el aspecto que quisieran o debieran. Algunas de estas personas son las que tienen el virus del VIH, o Virus de la Inmunodeficiencia Humana, que provoca en ellas una lipoatrofia facial a consecuencia de los tratamientos antirretrovirales que toman para poder hacer frente a la enfermedad. Esto se traduce en una pérdida de materia grasa en la cara, que les deja unas secuelas psicológicas tan marcadas que a muchos les impiden relacionarse con el resto de la sociedad. Estas personas, que por sí ya tienen problemas de integración social a causa de su enfermedad, encuentran en estos problemas estéticos un factor que aún lo empeoran más.

Para poner remedio a ello, existe una técnica de cirugía reparadora que consiste en unas inyecciones de una sustancia de relleno, llamada ácido poliláctico, que les devuelve una estructura facial recuperada. El Hospital Regional de Málaga utiliza esta técnica desde mayo y ya se ha intervenido a unos 12 pacientes. Ahora, tras el verano, se intervendrán a otros 12 pacientes, liquidando así la lista de espera para este tipo de intervenciones, y a partir de ese momento se irán atendiendo la demanda que surja.

Para demandar esta técnica, los pacientes tienen que rellenar un formulario de solicitud que posteriormente será estudiado por los especialistas para comprobar que cumple los requisitos exigidos. Tienen que ser enfermos de VIH con una lipoatrofia avanzada y con secuelas psicológicas y dificultades por su situación, no sólo por estética pura. Estas intervenciones están reguladas y no todos los casos se aprueban, porque son complicadas y costosas. Además, el Hospital cuenta con un protocolo de actuación, adaptado del nacional, para un análisis previo de cada paciente.

El tratamiento

El ácido poliláctico tiene un periodo de duración de entre seis meses y un año y el relleno facial completo se consigue en una media de tres o cuatro sesiones. Una vez conseguido, sólo quedaría un mantenimiento que consiste en someterse, de por vida, a intervenciones de este tipo para ir reponiendo el material, ya que va siendo absorbido por la propia piel.

Esta técnica se utiliza en pacientes que sufren problemas estéticos a causa de su enfermedad y padecen una «delgadez extrema» en la cara, tal y como explica la subdirectora médica del Hospital, María del Mar Vázquez. «Son pacientes con una delgadez extrema en la cara, con una frente y pómulos muy prominentes y marcados, que da un aspecto demacrado», indica.

En definitiva, se consiguen reducir las secuelas psicológicas porque los pacientes se sienten más seguros, y les ayuda a tener una mayor integración social.