Veintes años se cumplen desde que la activista peruana María Elena Moyano «Madre Coraje», fuera asesinada por Sendero Luminoso. en Villa de El Salvador. Iba de camino a Vaso de Leche, el proyecto infantil en el que colaboraba diariamente, cuando fue abatida por la espalda. María Elena murió con sólo 33 años pero su legado no sólo se ha perpetuado en el tiempo, sino que se ha extendido a lo largo y ancho del mundo.

Una de sus delegaciones principales en España está ubicada en Málaga. La labor que desde Madre Coraje realizan para reconvertir la ropa y el aceite usado en objetos útiles a la sociedad ha sido alabada por organizaciones de toda España. Sin embargo, su actuación no se limita a la provincia, ni siquiera al territorio español, Madre Coraje lleva más allá de las fronteras europeas su labor humanitaria, a través de varios proyectos en Perú.

Por poner un ejemplo, Madre Coraje consiguió el año pasado reducir y reciclar más de 4.000.000 de kilos de fotografías, tóners de impresoras, aceite usado, material tecnológico y otro tipo de residuos que posteriormente fueron reutilizados para otros menesteres, muchos de ellos en comunidades del Perú.

En las distintas áreas andinas en las que trabaja esta asociación, la misión es siempre la misma: Promover la economía local a través de la mejora de los recursos, siempre a través del respeto a la naturaleza y a las tradiciones ancestrales. A través del Área de Ayuda Humanitaria colaboran permanentemente con asociaciones locales como la Comunidad Sagrada Familia, la Clínica de la Alegría o el Centro Oftalmológico M. Enrique Pelach. En total, una veintena de colaboraciones que ayudan a 145.570 ciudadanos.

Para alcanzar esta meta, se enviaron a Perú casi 400.000 kilos de ayuda desde Málaga, entre medicamentos, juguetes, alimentos, ropa para adultos, niños y bebés; así como todo tipo de muebles y material escolar. Todo ello contribuyó a reforzar la presencia de guarderías, centros escolares y de enseñanza superior, así como ambulatorios y dispensarios de medicamentos en las regiones de Huancavelica y Apurímac. Para Madre Coraje, lo fundamental es dotar a la sociedad peruana de las herramientas necesarias para desarrollar su economía de manera independiente.

Por ello, tras más de 10 años presente en estas regiones, Madre Coraje decidió cerrar sus oficinas en esta región, para permitir que los vecinos continúen su trabajo de forma madura e independiente y como parte del compromiso con el Plan Integral. Para continuar con el seguimiento de estas acciones, los voluntarios de Madre Coraje supervisan mensualmente los proyectos y mantienen su actividad a través de la delegación central en Lima.

Pero, ¿en qué se ha notado la ayuda de Madre Coraje? Pues en cosas tan esenciales como la buena salud de los vecinos. En Huancavelica, 539 familias mejoraron su calidad de vida gracias a la puesta en marcha de 25 hectáreas de cultivos con riego por aspersión que además, permitió la incorporación de seis nuevas hortalizas y el cultivo de las tradicionales. Asimismo, se procedió a la instalación de 54 invernaderos, dos especies de pastos y a la construcción de una presa en Azafrán, que consigue capturar alrededor de 58.000 m3 de agua.

Pero además de Perú, Madre Coraje se sentía en la necesidad de ayudar a otras regiones empobrecidas y tras muchos viajes al continente africano, eligieron Mozambique para ubicar su próxima acción, que está comenzando a desarrollarse en la actualidad.

Colaborar con Madre Coraje es muy sencillo y existen distintas vías para hacer llegar nuestro granito de arena hasta una familia necesitada. Se puede hacer entregando aceite, ropa u otro tipo de prendas en alguno de los contenedores ubicados en la ciudad o bien acudiendo directamente a su delegación en Málaga, situada en los números 22-24 de la calle Punta Alta.

Pero sin duda, tal y como explica el gerente de la asociación, Fernando Almaraz, lo que más necesita ahora Madre Coraje son «personas dispuestas a colaborar de manera voluntaria» con la asociación, una mano de obra sacrificada pero necesaria para sacar adelante el puñado de sueños que tienen por cumplir.

«Del reciclaje es de donde extraemos los fondos económicos para dar cobertura a la actividad que desarrollamos en España y en el extranjero», subraya Amaraz. «Los voluntarios son el sustento de nuestra organización, ellos se encargan de clasificar el material que nos llega a Madre Coraje, de reciclarlo y darle una utilidad». Es por ello que sin su desinteresada colaboración, el engranaje de esta maquinaria estaría incompleto. Una maquinaria capaz de ayudar a miles de personas, con el simple gesto de pensar en la segunda vida de los objetos que manejamos.