La magia de la Navidad, que ya está casi a las puertas, convirtió ayer lunes la aldea de Belén, que descansa tierra adentro a un tiro de piedra de Jerusalén, en un pueblo montañoso, rodeado de pinos y con estupendas vistas al Mar de Alborán.

Como todos los años desde hace más de una década, el colegio de Las Esclavas, en Pedregalejo, organizó un Belén viviente que habría alegrado a Cecil B. De Mille, el director de las grandes producciones bíblicas, por lo bien que se portaron los cerca de 800 alumnos de Primaria que participaron, con edades entre los 4 y 9 años, y que pudieron actuar por turnos.

En unos 5.000 metros cuadrados de precioso pinar en terrenos del colegio se desplegaron todas las escenas que rodearon el Nacimiento de Jesús, cerca de una veintena, desde la visita a Santa Isabel de la Virgen María hasta la famosa visita de los Reyes Magos al portal (sin buey ni mula).

Pero junto a lo que cuenta el evangelista Mateo, los padres de los alumnos y familiares pudieron conocer toda la vida que hace 2012 años se desplegaba en esta humilde aldea de Judea, así que con vistas a la Bahía de Málaga trabajaban los herreros, arreglaban flores las floristas y los pastores cuidaban de sus ovejas, un rebaño minuciosamente hecho con algodón y cartulinas. También había panaderos, molineros y pescadores probando suerte en un río muy especial, hecho de plástico y cuajado de peces artísticamente dibujados. Una obra de arte con los niños de protagonistas. Belén volvió a la vida en Málaga.