­El 28 de junio pasado arrancó el juicio a Isabel Pantoja, Julián Muñoz, Mayte Zaldívar y otras siete personas más por un presunto delito de blanqueo de capitales. En concreto se trata de una pieza separada del caso Malaya contra la corrupción en el Ayuntamiento de Marbella. En los meses anteriores a la vista, la propia cantante se encargó de calentar el ambiente comparándose con la infanta Cristina, cuyo marido, Iñaki Urdangarin, está imputado en el caso Nóos. Si la princesa no sabe nada, yo tampoco, vino a ser el argumento de la cantante, y no iba descaminada, porque para que exista blanqueo quien lava el dinero no sólo debe hacerlo, sino saber que se trata de una suma sucia. Y si Cristina de Borbón era miembro de una sociedad de su marido y no se le imputó, a Pantoja, novia de Julián Muñoz, con el que no compartió sociedad alguna, ¿por qué sí se le detuvo y ahora está sentada en el banquillo?

Su declaración llegó ya después del verano, la más esperada sin duda del año. No contestó a las preguntas del fiscal, pero sí dejó claro que ella jamás fue mantenida por el exregidor de Marbella, sino que fue ella la que le puso un sueldo para que realizase labores menores de representación. Ella era quien le daba el dinero. Además, él no estaba autorizado en sus cuentas. Y concluyó: la cantante afirmó que compró el apartamento del hotel Guadalpín con dinero en metálico que tenía en su casa. También fue ella la que se hizo con La Pera.