El caso del presunto plagio de la corona de la Virgen de Dolores y Esperanza, del que se hizo eco este periódico en su edición de ayer, diseñada por Curro Claros, y reproducida sin su consentimiento por un taller de Lucena para la coronación canónica de la patrona de Membrío, en Cáceres, no es el primero ni será el último. En el imaginario colectivo cofrade existen muchos episodios, algunos más conocidos que otros, de preseas que muestran extraordinarias similitudes con otras, en teoría originales, únicas y exclusivas, y que el paso del tiempo se ha encargado de demostrar lo contrario. Coronas y otros muchos enseres con parecidos razonables, cuando no copias incontestables.

«Es inevitable», reconoce Eloy Téllez, uno de los diseñadores de arte cofrade más prolijos de Málaga. «Es algo a lo que nos exponemos», agrega el también diseñador Salvador De los Reyes. En realidad se trata de una práctica habitual entre los talleres. Lo ha sido siempre. Por ejemplo, son innumerables las recreaciones de la corona de la Macarena que están repartidas por prácticamente toda la geografía española. Incluso en Málaga, la Virgen del Rosario, de la Sentencia, lucía en sus sienes cada Martes Santo una corona claramente inspirada en la de la Esperanza de San Gil, hasta que en 2007 se le impusiera la nueva de Juan Borrero diseñada por Jesús Castellanos.

El de Dolores y Esperanza es el último incidente de este tipo. La cofradía de Humildad y Paciencia hizo público un comunicado en el que, tras hablar con sus responsables, exculpaba del plagio a la hermandad de la Virgen de Gracia de Membrío, que realizó el encargo «sin conocer desde esta entidad que el diseño era un plagio, pensando en todo momento que era diseño del propio taller». La parroquia de Santa María de Gracia de Membrío, también a través de un comunicado, insistía ayer en que su corona «presenta notables diferencias con el diseño de la hermandad malagueña», aunque las similitudes parezcan extraordinarias, sobre todo en el caso de la ráfaga.

Repasar todas las coronas que, de una u otra forma, han sido copiadas, en el peor de los casos, o han servido de inspiración para cincelar otras parecidas, llevaría varias páginas. Un ejemplo significativo es la corona de la Virgen de las Penas, cuya hermandad no tiene problemas en admitir en su web que «su hechura recibe una clara influencia del lenguaje de Cayetano González al tratarse de una reinterpretación de la presea ideada para la Virgen de la Amargura de Sevilla, de 1954, si bien se aplica una serie de variaciones que la hacen singular y proporcionada a la testa de la dolorosa de Eslava Rubio».

Otro caso relativamente reciente puede ser el de la corona de la coronación de la Trinidad, de los Hermanos Delgado, en el año 2000. Estos mismos autores reprodujeron seis años después parte del diseño en la corona de coronación de la Esperanza de la Trinidad de Sevilla, inspirándose, en este caso, en ellos mismos, aunque no podría considerarse una copia de la primera.

Talleres de orfebrería también de gran prestigio han hecho uso de este hábito. Como ejemplo, la corona de procesión de la Virgen de los Dolores Coronada, realizada por Seco en la década de los 60, y que tiene una hermana gemela en Alcalá del Río, propiedad de la Virgen de la Soledad de esta localidad sevillana, que data de 1952, según la hermandad; o la corona que Villarreal hizo a la Esperanza en 1963 y que sirvió de inspiración al mismo obrador para confeccionar otra corona en 1965 para la Virgen de los Dolores de Jerez. El mimetismo resulta abrumador en el caso de la corona de la Virgen de la Esperanza Cigarrera de Cádiz, realizada en 1984 por el taller de Hijos de Juan Fernández, que dos años antes habían realizado la corona de la Virgen del Amor Doloroso, de la Pasión de Málaga, diseñada por Fernando Prini.

Son sólo algunos casos significativos aunque hay muchos más y se han repetido históricamente. «Pero hay que diferenciar entre calco e inspiración. Los grandes artistas siempre han de servir de inspiración e incluso ellos también se inspiraron en sus maestros hasta que desarrollaron su propio estilo y eso ha pasado desde con Murillo, Velázquez, la Roldana o Juan de Mesa», explica Salvador De los Reyes. Ocurre en el arte en todos los campos, «pero un artista que se precie no copia», insiste Eloy Téllez, que se siente honrado si le imitan.