Con indumentaria de oficina y verbo joven y pulido, Elías Cohen, supone una zancadilla en sí mismo a los prejuicios que a veces flotan sobre su comunidad. Fan de los cómics de Marvel, versado en Woody Allen y Leonard Cohen, su homónimo cantautor, representa a un grupo mayoritariamente ortodoxo, el más numeroso, dentro del judaísmo, en la Costa del Sol. Nacido en Málaga, Cohen, como los buenos poetas, aspira a tejer el hogar en el país de la palabra. En su caso, bíblica y milenaria. Y abre una nueva ventana a un pueblo que en los últimos años ha pasado por la provincia con paso firme, aunque al mismo tiempo silencioso y fantasmal.

La comunidad judía apenas tiene proyección pública en Málaga. ¿A qué se debe tanta discreción?

El hermetismo, en este caso, tiene una explicación. Hay que tener en cuenta que yo soy el primer presidente de la comunidad que ha nacido en Málaga. Los demás son de zonas como Tetuán, Tánger e, incluso, de Casablanca y el Marruecos francés. Algunos vienen de Melilla, pero no han nacido en la España peninsular. Toda esa población, esa vieja guardia, por decirlo de algún modo, ha sufrido en algún momento discriminación o persecución por ser judíos. Por eso, cuando llegan aquí lo último que les apetece es polemizar o entrar en temas controvertidos. Al fin y al cabo, es una comunidad religiosa que lo único que quiere es cumplir con sus aspiraciones religiosas sin ser molestada y sin molestar.

Últimamente, sin embargo, se percibe cierto ánimo de apertura. Incluso en celebraciones como la de Hanuká.

Es cuestión de sensibilidades. En mi caso pertenezco a otra generación, la primera nacida en la península después de la expulsión, y entiendo que la mejor fórmula de derrotar a los prejuicios es leer y abrirse un poco más al mundo.

El desconocimiento a veces llega hasta lo elemental. Hay confusión incluso con el número de familias radicadas en la Costa del Sol.

En la provincia existen tres comunidades judías plenamente consolidadas. La de la capital, que tengo el honor de presidir, es la más populosa, con entre 250 y 300 familias. También está la de Torremolinos, más pequeña, con entre 50 y 80 familias, y la de Marbella, que llega en torno al centenar. Es el único punto de España en el que se dan tres comunidades. Y la provincia con mayor número de miembros después de Madrid y Barcelona. En total, alrededor de 2.000. La gran mayoría descendientes de los judíos expulsados en 1492, sefardíes, en suma, del Marruecos español. Eso en cuanto a nuestro censo. Seguramente habrá muchos más.

¿Y cuál es su evolución? ¿Existen nuevos flujos migratorios o se han reducido por culpa de la crisis?

A principios de la pasada década, con el corralito y la tensión social en Venezuela, hubo una nueva ola de llegadas procedentes de Sudamérica. Pero muchos se han vuelto por la depresión económica. En cualquier caso, la evolución es positiva. Sobre todo, si se compara con hace tan sólo unas décadas. Mi padre vino con mi abuelo en 1957. Entonces eran sólo cuatro o cinco familias que se reunían para rezar; primero en sus casas y luego en una pequeña sinagoga que estaba en la calle Alhóndiga. Según los datos oficiales, alrededor de cien judíos españoles se van actualmente al año a vivir a Israel.

¿Cuál es la cultura predominante entre los judíos de Málaga? ¿Tiene mucho peso la ortodoxia?

El 90 por ciento de los judíos malagueños son tradicionalistas y siguen la tradición heredada por sus padres. Mi comunidad, por ejemplo, es ortodoxa; ahora bien, existe mucha confusión con ese término. Cuando la gente se acerca al judaísmo y ve en la tele a los ultraortodoxos de Israel con tirabuzones y vestidos de negro se extraña de nuestra condición; pero es que ortodoxo significa simplemente seguir las leyes del Talmud. En Estados Unidos la mayoría de las comunidades son reformistas o conservadoras, es decir, han adaptado el Talmud a los tiempos. Pero nosotros lo seguimos conforme se redactó, con todas sus leyes, aunque luego sean muy difíciles de cumplir.

¿Por qué está tan diluido en España el legado y el patrimonio sefardí? ¿Absorción por parte de otros pueblos? ¿Olvido?

Los historiadores puedan dar muchas razones. Existe una red de juderías y asociaciones que trabajan para recuperar esa herencia cultural, pero no podemos perder de vista que desde la expulsión y hasta el siglo XIX apenas hubo presencia judía en esta tierra. De hecho, no fue hasta 1924, cuando Primo de Rivera dictó que se concediera la nacionalidad a todos los judíos de origen sefardí. Gracias a eso se pudo salvar a muchas personas de la cámara de gas, diciendo que eran españoles. Si el patrimonio se ha diluido es porque no ha habido judíos que pudieran reivindicarlo. Pero últimamente eso ha cambiado; ya hay comunidades que prosperan en la provincia y, sobre todo, muchas personas filojudías, que sienten atracción por la cultura.

Siempre se ha especulado con el origen judío de miles de familias andaluzas.

Y es cierto. Cada año aparece una cifra. Incluso se habla del sesenta por ciento, pero lo que está claro es que buena parte de la sociedad española es de rama sefardí. Entre otras cosas, porque hubo muchos que no se fueron y que aceptaron convertirse al cristianismo como reclamaba la Inquisición. Y que cambiaron de nombre, formando apellidos a partir de su pueblo o su profesión. Los que se llaman Herrador o Cuenca o Madrid. Y no sólo eso. También las costumbres. Llevo casi toda mi vida en Málaga y muchos amigos católicos me cuentan que sus abuelas encendían las velas los viernes por la noche sin saber muy bien por qué.

También está la figura de Ben Gabirol.

Sí, y quizá no se perciba su trascendencia para el pueblo judío universal. Gabirol, que era de Málaga, representa un autor capital para nosotros en todo el mundo. En todas las comunidades se reza un poema suyo el día del Yonki Pur, que es nuestra fiesta más importante.

Su estatua, sin embargo, no luce de un modo precisamente envidiable. Incluso el escultor ha protestado por la falta de mantenimiento y opacidad.

La estatua ha quedado un poco apartada, pero, en definitiva, es movible. Ahora que se ha reformado la judería lo ideal sería darle una ubicación un poco más referencial. En la recuperación de Ben Gabirol, pese a la apertura del centro, todavía queda trabajo por hacer. Y es nuestra responsabilidad.

En esa plaza destaca un solar reservado para la futura sinagoga. ¿Cuándo estará listo el proyecto?

Nosotros vamos a poner todo el empeño en poder construir la sinagoga. Es un proyecto en el que tenemos depositada mucha ilusión, y que, además, se ubica en un sitio inmejorable. Lo que ocurre es que para eso necesitamos donantes y financiación. La crisis nos ha pillado a todos. Teníamos fondos para empezar las obras, pero surgió el problema de la falta de cementerio y dimos prioridad a tener un lugar en el que enterrar a nuestros muertos. Concretamente, en Casabermeja. Respecto a la sinagoga, contamos con unas metas establecidas y unos pasos para recaudar fondos y poder construir un centro que sea referencia en España y en Andalucía.

¿Seguirán con la sinagoga en el centro o buscarán un lugar alternativo mientras se construye el centro de la judería?

Contamos con la sinagoga del Muelle de Heredia, que es nuestro pequeño centro comunitario desde 1975. Lo que pasa es que este proyecto es algo más ambicioso. Ninguna judería en España cuenta con una sinagoga en activo.

¿Y el cementerio judío de San Rafael? ¿Será rehabilitado?

Ese tema generó mucha literatura administrativa y jurídica. Hubo un problema cuando se clausuró, porque algunos pedían que se moviera a los muertos y la ley judía sólo permite el traslado de cadáveres si es para enterrarlos de nuevo en Israel. Al final conseguimos la opción de Casabermeja, lo que no quita que soñemos con que San Rafael se convierta en un monumento, en un reclamo cultural, histórico y turístico, abierto a las visitas. Esa es nuestra idea.

España se declara aconfesional en su Constitución, aunque en la práctica no todos opinan lo mismo. ¿Se sienten cómodos con ese marco legislativo?

Nunca ha habido problemas. Nos sentimos bastante cómodos con la fórmula del Estado que hay ahora mismo. Existe libertad religiosa y eso es lo que pedimos.

¿Y con el Papa? Es la primera vez que un rabino escribe al alimón con un pontífice católico.

Tengo entendido, además, que eran amigos desde hace años. Desde Juan XXIII y la reconciliación histórica con el pueblo judío nunca hemos tenido ningún problema con el Vaticano. El papa actual, ademas, se ha involucrado de manera clara con el tema del antisemitismo al declarar que un cristiano nunca podría ser antisemita. Eso, por supuesto, se agradece. Es una forma de enterrar todos los prejuicios cristiano-católicos que pudo haber contra los judíos.

¿El antisemitismo sigue latente? ¿En Málaga hay hostilidad hacia las comunidades?

Ni en Málaga ni en España ha habido problemas institucionales. A los que decidieron venir aquí no se les ha cerrado las puertas ni se les ha puesto impedimentos. Sí es cierto que se han dado incidentes puntuales: durante la Guerra del Golfo se amenazó al presidente de la comunidad, que como en tantas otras sinagogas tuvo que recurrir a un servicio de escolta. Ha habido insultos, avisos de bomba, pintadas. Incluso en el muro del cementerio de Casabermeja. Gracias a Dios nunca se ha ido más allá del vandalismo, de este tipo de episodios con los que por desgracia nuestra comunidad se ha tenido que acostumbrar a convivir.

¿Qué significa para la comunidad que uno de sus miembros -Elías Bendodo- haya llegado por primera vez en la historia de Málaga a un alto cargo institucional?

Que un judío malagueño haya llegado tan alto es, sin duda, un orgullo. Además, demuestra que la comunidad es activa y está implicada con la provincia. Lo que no nos gustan son algunas insinuaciones de que eso nos vaya a favorecer. Es más, todo lo contrario. Somos, como no podía ser de otra manera, especialmente pulcros con cualquier convocatoria de ayudas a la que quisiéramos concurrir. Las manos limpias y las cuentas claras.

Muchos judíos han manifestado su inquietud por la proliferación de los matrimonios mixtos.

Eso, dicho así, puede sonar de entrada discriminatorio y casi racista. Y de alguna manera entiendo que se lo parezca a la gente no familiarizada con la cultura judía. Pero cuando lees la voz del pueblo te das cuenta de que no es arbitrario, sino una manera de garantizar la supervivencia del pueblo. Entre nosotros no hay ningún rasgo físico que nos identifique. Hay judíos negros, rubios, chinos. Lo que nos identifica es una cultura y una religión que ha sido nuestra tierra durante dos mil años de exilio. Eso y la unión. Y con los matrimonios mixtos hay más posibilidades de que la población disminuya. De todas formas, está la fórmula aceptada de la conversión del cónyuge, que se emplea mucho en Estados Unidos.

¿Qué opina su comunidad de la reforma de la ley del aborto?

Cada miembro tendrá una opinión. No hay una visión oficial y, por supuesto, no la habrá. Desde el punto de vista religioso, el aborto de entrada no, pero cada cual seguro que tiene una sensibilidad al respecto. Aunque seamos una comunidad ortodoxa hay muchos miembros que no son religiosos, que siguen la tradición. El judaísmo es un pueblo con una religión común, pero no practicar la religión no te excluye del pueblo ni de su cultura.

«La presencia de nazis en la Costa deparó momentos muy tensos»

Málaga es una de las provincias españolas en las que la población judía es más numerosa. ¿Qué es lo que atrae a la población?

Las razones no son muy distintas a las que cualquiera puede suprimir. La situación geográfica, el clima, el turismo. Quizá la cercanía con el Marruecos español y la calidad de vida. Fundamentalmente es una ciudad agradable para vivir. Cómoda.

¿Por qué España no ha sido un país de acogida tan destacado como Argentina, Canadá o Estados Unidos?

Hace ya mucho tiempo se decía que la población judía se sentía en este país poco bienvenida. Por el estigma de la expulsión, fundamentalmente. Pero eso es una razón histórica que ya no tiene cabida. Es cierto que en España no ha habido un llamamiento, pero tampoco rechazo gubernamental. España, desde 1924, sí ha sido zona de acogida, lo que pasa es que la población de origen se ha decantado por otros puntos.

Supongo que tampoco les atraería el hecho de que la Costa del Sol se convirtiera en los cincuenta en una especie de refugio para los jerarcas del nazismo.

La comunidad judía nunca ha querido meterse en problemas pero sí es cierto que hubo momentos muy tensos. El hecho que hubiera nazis sin procesar en la Costa del Sol, y seguramente todavía habrá alguno, era una herida abierta, pero sobre todo representaba un peligro porque podían convertirse en mártires o héroes para los neonazis y liderar un movimiento contra nosotros. Afortunadamente no ocurrió nada. Gracias a la valentía, entre otros, de Violeta Friedman y su labor encomiable contra Léon Degrelle.

La sociedad española vive momentos confusos, tanto a nivel económico como de confianza en las autoridades. ¿Qué cree que podrían aportar los valores judíos?

Los valores judíos al fin y al cabo van de la mano del cristianismo, que es evidentemente una actualización del judaísmo. De hecho, la primera reforma. Las leyes obviamente son distintas, pero los valores son los mismos: amor, caridad, familia. La Biblia, que ha tenido una gran importancia para Europa, es un producto judío, por lo que, en cierta medida, el cristianismo también lo es. De hecho, siempre se habla de los valores judeocristianos.

¿Cuáles son los principales retos de la comunidad judía de Málaga?

Nuestros desafíos principales son construir el centro comunitario de la judía y seguir creciendo en comunidad aportando lo mejor a nuestra ciudad, como judíos malagueños que somos. Y por supuesto, en paz y en tranquilidad con todos.