El aeropuerto de Málaga vuelve a recuperar el rumbo de crecimiento. La pujanza del turismo internacional, que ya resulta descaradamente mayoritario, y la recuperación de la demanda española, refractaria en los últimos trimestres, ha hecho que el complejo se sitúe en disposición de dar continuidad al balance del pasado año, finalizado con los mejores números anuales desde 2007, cuando todavía no existía la competencia interna del AVE.

Según Salvador Merino, director del complejo, el verano, que en términos de campaña aeroportuaria se extiende desde abril a noviembre, partirá esta vez con las expectativas al alza. A falta de cuatro semanas para que se inicie la temporada, las aerolíneas ya han ampliado la oferta, tanto en lo que respecta a los vuelos, que subirán un 3,7 por ciento, hasta alcanzar los 67.518, como en lo que se refiere a las plazas de viaje, que lo harán en un 5,3 por ciento, con 550.994 más, hasta superar los 11,5 millones.

Esta línea de crecimiento, que pocas veces se estropea en relación al pronóstico de partida, francamente favorable, refleja además un pequeño abismo en la inercia intrincada de la crisis; por primera vez en los últimos cursos el aeropuerto se asoma a un régimen de aumentos continuado que no se detiene desde mayo y que no parece que vaya a hacerlo, como mínimo, hasta finales de 2014. Y lo que es casi más importante, dándole una patada en el ínterin al peor pecado turístico de la Costa del Sol, la aplastante diferencia de actividad entre el verano y el invierno.

Con los resultados de febrero a punto de confirmarse, Merino explica con prudencia, aunque sin restarle ímpetu a las cifras, que en esta ocasión la llegada de noviembre no se ha traducido en un bajada de las que empantana las cifras finales del año. Es más, la subida ha sido del 10 por ciento, con algunos meses, incluso, en los que el repunte ha rozado los 20 puntos. Un incremento interpretado por el propio director como un recorte de la estacionalidad alentado principalmente por los principales clientes del destino. Sobre todo, los alemanes, que protagonizaron un espectacular paso adelante, de hasta el 75 por ciento.

En un aeropuerto eminentemente domeñado por los vuelos internacionales, que ya abarcan el 85,5% del total, los extranjeros también están a llamados a ser el gran activo de la Costa del Sol durante la temporada de verano. En este caso, con la contribución, detalló Merino, del aliado número uno de los intereses turísticos de la provincia, el mercado británico, que crecerá un 4,5 por ciento en plazas y 1,5 puntos en vuelos.

La mayor perspectiva de crecimiento se reserva, sin embargo, para los rusos, un mercado que se ha disparado en los últimos ejercicios y que viaja a una velocidad en Málaga de dos dígitos por temporada. Las rutas con Rusia contará entre abril y noviembre con 147.000 plazas adicionales, lo que significa un crecimiento del 55 por ciento.

Otros mercados con predicamento que han decidido reforzarse son el francés (+18,6%), el italiano (+23%), el polaco (+50%) y el turco, que ejerce de enlace con los países de Oriente. Las buenas previsiones no se olvidan tampoco de un viejo amigo turístico venido a menos en las últimas décadas, Estados Unidos, que pasará a contar en sus comunicaciones aéreas con Málaga con un 11,6 por ciento más de asientos y un 15,3 más de operaciones.

La racha en positivo del aeropuerto ya toca incluso a la demanda española, fuertemente conmocionada todavía por la falta de pulso de la economía y la irrupción de nuevas alternativas de transporte. El verano, indica Merino, traerá también más plazas (+3,3%) para los desplazamientos internos, que ascenderán otros tres puntos.

Con todas estas cifras, el aeropuerto se distancia de una crisis que en realidad no le ha golpeado con tanta contundencia como al resto de sector. De hecho, y pese al impacto, únicamente se han zanjado en negativo dos de los seis últimos años: 2009, que terminó con una caída de pasajeros del 10,9 por ciento y 2012, con una bajada más tímida, del 1,8.