Crónicas de la ciudad
Fibrocemento y escombros cerca de Plaza Mayor
A pocos metros del centro comercial y la conocida como ‘glorieta del cactus’ los más borricos de la clase no cejan en su empeño de degradar nuestra ciudad
Si algo impulsó el alcalde Pedro Aparicio, gran melómano y afín a los teclados, fueron las calles de Málaga dedicadas a músicos y obras musicales.
Es posible que aunque el desarrollo urbanístico fuera posterior a su alcaldía, esa impronta musical quedara como herencia en el futuro callejero de la zona o cuando menos, el deseo de seguir llenando las calles de Málaga de grandes compositores e intérpretes.
Es el caso de la zona que se conoce como la glorieta del cactus, a pocos metros del centro Plaza Mayor y de Porcelanosa.
En la glorieta del cactus, presidida por un hermoso y espinoso ejemplar, confluyen nada menos que las calles dedicas a la soprano Victoria de los Ángeles, al compositor Antón García Abril y a la pianista y compositora Clara Schumann.
Y sin embargo, tal conjunción de talento, arte y sensibilidad se hace añicos por la ofrenda bárbara que realiza de forma periódica un grupo de mamíferos erguidos a pocos metros de esta glorieta de tintes tan musicales, quién sabe si a alguna divinidad de los bosques, con el fin de aplacarla.
Para más inri, de forma continua los aviones no dejan de descender sobre este enclave, así que turistas de medio globo, con buen ojo para las vistas aéreas, quizás se lleven como primera imagen de Málaga y la Costa del Sol el montaraz cerro de escombros junto a una de las glorietas más bonitas de la ciudad.
El contraste, claro, quizás les ponga en guardia y les transmita que entran en tierra desarrollada pero bravía, con una activa minoría de mulos alérgicos a la educación y la convivencia.
Y desde luego, los oferentes no cejan en su empeño, pues si en años anteriores soltaban sus basuras un poco más metidos hacia Málaga, por la parte terriza de la calle Rimsky Korsavok, al quedar esta cortada con una barrera y unos topes, ni se inmutan y largan sus inmundicias justo delante, a modo de infranqueable barrera de la Comuna de París.
El problema surge cuando, como fue el caso este mismo lunes, lo simbólicamente deyectado por nuestras asociales ‘bestias de descarga’ incluye su buena ración de fibrocemento, presentada en varios trozos, quién sabe si con el insano propósito de aventar el amianto que probablemente contenga.
Con coces al bien común como esta, sólo cabe retirar cuanto antes semejante improperio al Medio Ambiente.
Pero también, perseguir con todas las de la ley al ganado caballar que, en pleno año 2024, se sigue comportando en esta zona de Málaga con la delicadeza y buenas maneras de una horda de hoolingans.
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