­El coste de la sequía crediticia sufrida entre 2009 y 2013 ha sido enorme, según la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), que recuerda que dos de cada tres empresas de las 12.000 que han cerrado con la crisis en Málaga cayeron precisamente por falta de liquidez, aún a pesar de contar con negocio suficiente para salir adelante. «Ha sido una de las grandes quejas de los empresarios. No nos vale al argumento de quien dice que no se da crédito porque no hay proyectos solventes. Siempre los hay», apunta el presidente de la CEA, Javier González de Lara.

El fenómeno, en realidad, también tiene su lógica, aplicable no sólo a Málaga sino a toda la economía española, cuyo sector privado llegó a una tasa de endeudamiento insostenible, sobre todo en el ámbito hipotecario. La banca inició entonces un forzado proceso de desendeudamiento -o desapalancamiento, como dicen los especialistas- exigido por la Unión Europa para corregir esta dinámica. Lo malo es que el cierre del grifo crediticio fue indiscriminado, dejando a muchas empresas solventes sin circulante.

Fuentes del sector financiero han alegado siempre, además, varias circunstancias atenuantes. Primero, que con la crisis no hay suficiente demanda con solvencia para acceder al crédito. Segundo, que la estadística del crédito también se han reducido porque muchos préstamos promotores se pasaron al banco malo (Sareb). El tercer motivo incide de nuevo en el desapalancamiento. La ratio créditos/depósitos revela que el sector privado malagueño adeuda a los bancos en préstamos hasta un 63% más de lo ahorrado en depósitos (34.079 millones por 20.905). La ratio es alta pero mejor que a comienzos de la crisis, cuando familias y empresas debían un 135% más de lo que tenían ahorrado.