­La cultura emprendedora arraiga entre el alumnado de la Universidad de Málaga. Muchos grados ya incluyen en su currículum asignaturas específicas para fomentar el emprendimiento. Enseñan técnicas y competencias para que los estudiantes sepan cómo crear su propia empresa cuando acaben sus carreras, independiemente de la rama del conocimiento a la que pertenezcan. Estas asignaturas tienen carácter trasversal y son optativas, ya que según Rafael Ventura, director del Secretariado de Innovación y Emprendimiento de la institución académica malagueña, «no todos los alumnos tienen por qué ser dirigidos a ser empresarios».

Ventura remite al informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor) para señalar cómo sólo el 15% de la población activa es potencialmente emprendedora. Desde su punto de vista, este porcentaje, por lógica, debe ser mayor entre los miembros de la comunidad universitaria. Sin embargo, unos recientes datos facilitados por el Servicio de Cooperación Empresarial y Promoción de Empleo de la UMA, publicados por este periódico, revelan que sólo el 7% de los egresados se decide por el autoempleo. Un porcentaje bajo, sobre todo teniendo en cuenta que la UMA es pionera y la más dinámica en el apoyo para la creación de empresas.

Pese a todo, Ventura destaca cómo a pesar de la difícil coyuntura económica, los universitarios malagueños aún crean empresas por oportunidad y no por necesidad. «De eso nos encargamos en la Universidad, además, a través de cursos o talleres de entre 20 y 80 horas, independiemente de la formación reglada, «para que aprendan a plasmar una idea de negocio en un plan de negocio», resalta. Lo que planifica la UMA son acciones que podríamos clasificar en cuatro ámbitos: sensibilización y fomento de la cultura emprendedora, formación en competencias para el emprendimiento y capacitación, selección y asesoramiento e incubación de iniciativas», explica el director del Secretariado de Innovación y Emprendimiento.

La crisis condiciona y estimula la creación de empresas. El GEM, que analiza el fenómeno del emprendimiento en todas las economías, diferencia que las empresas creadas por oportunidad, sin embargo, responden a una oportunidad de negocio, mientras las otras están motivadas por una situación laboral no satisfactoria. «En la UMA orientamos al alumno hacia un comportamiento que le permita identificar un lecho de oportunidades que le permita aplicar sus conocimientos», destaca Ventura, quien insiste en que no es necesario que cree su empresa inmediatamente después de finalizar sus estudios.

El Plan Bolonia incrementa también el porcentaje de horas e clases prácticas que recibe el alumno en su carrera. De alguna manera, el carácter aplicado de la docencia y el empleo de unas metodologías de enseñanza y aprendizaje de carácter activo «también estimulan mucho más la creatividad, la innovación y un pensamiento dirigido a la aplicación de los conocimientos», reconoce Ventura, que no olvida el entorno de la ciudad.

Es decir, que además de que en el alumnado esté calando el mensaje de las ventajas del emprendimiento que desde hace años se transmite en la UMA o de que la institución apoye y fomente la creación de empresas desde 1997 con la primera convocatoria de los premios Spin-Off, por ejemplo, el entorno de la propia UMA favorece el incremento progresivo de este interés. «No sólo es la Universidad, también otros organismos e instituciones las que estimulan la creación de empresas», dice Ventura, que cita, por ejemplo, a AJE, INFE, CADE, BIC Euronova o Promálaga.