Cuando el pasado fin de semana Carmen Ramírez fue a casa de su hija a echarle una mano porque estaba enferma, al regresar al tercer piso del número 6 de la calle Juan de Ortega, se reencontró con la tufarada permanente de humedad en su casa. "Es que ya estoy acostumbrada a vivir con ella, cuando volví pensé: esto huele a un corralón de esos antiguos, a pesar de que ventilo y pongo el humidificador, que me ha costado 160 euros".

El caso de Carmen Ramírez regresa tres meses después a este periódico porque la Junta de Andalucía, la propietaria del bloque con viviendas sociales en alquiler, sigue sin dar con la tecla de su problema, ocho años después.

"Entré a vivir aquí en 2007 y ya había problemas de humedad", lamenta. Carmen, que vive con su marido, Juan Antonio Rodríguez, y su hijo, es asmática y las humedades han empeorado su estado, pero también han afectado al resto de la familia: "Mi marido tiene rinitis crónica y mi hijo también".

La historia es la misma, días después de que llueva, el agua aparece por las paredes de su casa. A pesar de algunas obras menores en la vivienda, incluida la impermeabilización del tabique de su dormitorio, el agua culebrea por la casa y reaparece. "Las humedades han vuelto pero en vez de en mi habitación, que sigue saliendo agua pero poca, se está yendo para el cuarto de baño y el dormitorio de mi hijo". Por cierto que recuerda con pavor el día que entró en la habitación de su hijo, de 24 años y comprobó "que estaban mojadas las mantas y el colchón y era de la pared".

En este bloque de cuatro pisos, el tercero -donde vive- y el cuarto son los dos únicos afectados y las pruebas hechas en la terraza no dan humedad.

"Picar toda la fachada"

¿Dónde se localiza el problema? Carmen sale al exterior del edificio, sube a una loma vecina y señala una franja de humedad en la fachada del piso cuarto. "Eso se filtra desde la calle para adentro, se cuela por las paredes y llega hasta mi casa", resume.

De la misma opinión es su marido, albañil en paro, pero también un albañil de la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de la Junta (AVRA) al que le consultó un técnico en presencia de Carmen Ramírez. "Al albañil le debió dar vergüenza al ver la tos que yo tenía y cómo estaba la casa y dijo que la única forma de arreglarlo era por fuera: ´picar toda la fachada de esta señora y la del vecino de arriba y hacerlo de nuevo´". Carmen cuenta que la respuesta de AVRA fue que esa solución «cuesta mucho dinero y que no tienen". "Pero entonces ¿qué hago, me muero aquí?", se pregunta.

En su opinión, la Junta «se está gastando mucho dinero para nada», y cuenta que, con un año de retraso, hace un par de semanas AVRA ha enviado a técnicos de nuevo a su casa, pero para hacer catas en su dormitorio y en el de su hijo. De nuevo para tomar medidas indirectas, cree, que no solucionan el problema, que para los vecinos está en la fachada.

"Es que se están gastando un dinero para nada que se podían haber ahorrado si desde el principio tapan las grietas de la fachada", lamenta.

En Juan de Ortega, 6, desde que La Opinión dio a conocer el problema de estos vecinos en 2009, se han sucedido las catas, las obras menores y hasta las visitas de delegados de la Junta, pero dos familias de inquilinos siguen en una situación de perpetua insalubridad que la administración autonómica es incapaz de atajar. Y ya llevan ocho años.