Málaga tiene una arraigada y amplia relación que viene desde siglos atrás -los malagueños y el mar-, la cual cristalizó en el siglo XIX en múltiples instituciones balnearias, tanto en el interior de la ciudad como en la costa. Hace más o menos un año, les hablaba detenidamente de los balnearios establecidos, en primer lugar, delante de la Aduana, y más tarde, 1887, en La Malagueta: Diana, La Estrella y Apolo. En 1918 se inauguraron los Baños del Carmen, con un concepto radical en materia de baños: a partir de este momento los baños serían de día, al sol, y al aire libre.

A finales de la década de los veinte, este tipo de instituciones estaban en pleno apogeo, con una enorme asistencia de público. En este contexto, no es extraño que en algunos pueblos de la costa malagueña se intentara imitar el modelo. Así, en Torre del Mar, se instaló un balneario que utilizaba ambas técnicas: baños calientes o templados, y baños en el mar, al aire y al sol. El 23 de diciembre de 1928, Miguel Octavio López Recio, de profesión mecánico y armador, dirigía una instancia al alcalde de Vélez-Málaga, diciendo que no existiendo, hasta ese momento, ningún establecimiento balneario que ofreciese las garantías necesarias, solicitaba la aprobación y concesión para instalar uno en las playas de Torre del Mar, con carácter permanente. Le contestaron solicitándole la presentación del plano y proyecto de la obra que trataba de ejecutar. Éstos fueron presentados el 22 de abril de 1929. Sin embargo, el permiso le fue concedido de forma temporal, lo que significaba que debería solicitarlo cada verano.

Al no haber podido conseguir fotos del citado balneario -incluso el hijo del propietario, con quien pudimos hablar hace años, no conservaba ninguna; solo varios anuncios que pudimos fotocopiar, los cuales no cedió amablemente-, trataremos de describirlo para que nos podamos hacer una idea de su aspecto y tamaño, fijándonos en los datos de la memoria técnica.

A la entrada del balneario existía primero un cuadro de treinta y cinco metros de largo por treinta de ancho destinado a descanso y recreo… Una caseta de quince metros cuadrados de superficie por tres de altura dedicado a guardarropa, que llevaba adosado un secadero cercado por barandas de madera, las cuales rodeaban también la caseta; otro departamento cerrado por tres lados, también de madera, con dos divisiones: una destinada a baños de duchas y otra para los aparatos calentadores.

Poseía además cuatro casetas de madera, de doce metros cuadrados de superficie cada una y de tres metros de altura, destinadas a formar el departamento de baño general; dos similares a las anteriormente citadas para baños calientes individuales, y cuatro de iguales dimensiones y aisladas, guardando la distancia conveniente para abonos de familias. Dos casetas de wc. En total, eran diez casetas de baños.

El balneario constaba con el número de estacas de amarre necesarias para embarcaciones de auxilio; salvavidas de chaleco y rosco, butacas columpios, botes-bolsas de recreo y gimnasia marítima. El edificio era de hierro y madera, propio en este tipo de establecimientos. El presupuesto de la obra: 6.385’05 pesetas.

Inauguración del balneario

El balneario fue construido en el verano de 1929, y se inauguró con el nombre de Baños Octavio. Un año después, y dado el éxito que tuvo la instalación, el propietario pensó en ampliar el negocio introduciendo una serie de mejoras, pero para ello necesitaba el permiso del gobernador, la Comandancia de Marina y de la Junta del Puerto, al objeto de obtener una concesión de carácter permanente.

Así, en 1930, comenzó a tramitar los permisos pertinentes. El 3 de junio de 1930 el gobernador se dirigía al ingeniero jefe de Obras Públicas, adjuntando instancia y plano presentados por Miguel Octavio López, solicitando construir un pequeño pabellón de mampostería con destino a baños calientes, dentro del terreno concedido por el Ayuntamiento de Vélez temporalmente.

El ingeniero respondía al gobernador un 2 de julio, diciéndole que el interesado debería presentar: Memoria, planos, pliego de condiciones, presupuestos y tarifas. Al mismo tiempo le devolvieron la documentación al señor López, para que la adaptase al Reglamento de Puerto.

Cesando en su pretensión, de momento, Miguel Octavio López siguió abriendo el balneario cada verano hasta 1933 por medio de permisos temporales, y en 1934 inició de nuevo el expediente.

En esta ocasión, adjuntó una memoria del ingeniero Manuel Luna. Así, observamos que los elementos de que constaba el proyecto habían crecido considerablemente, en relación a la memoria del año 1929. El propósito esencial al proyectar el balneario era de prever unas dimensiones para su recinto que llenasen no solamente las necesidades de la concurrencia de aquellos años de 1934, sino las que pudiera exigir en un futuro, teniendo en cuenta, además, que al mismo tendrían libertad de acceso y con carácter gratuito toda la población que no utilizara los servicios, permitiendo, no obstante, disfrutar sus ventajas de instalación y recreos.

Las dimensiones del mismo eran de 121’80 por 51’50 metros de largo y ancho, ocupando una superficie de 6.272’70 metros cuadrados. El balneario constaba, como se detallaba en el plano adjunto, de un cuarto de tocador de señoras, oficinas, ambigú, dos almacenes, un horno, cuatro cuartos de baños calientes, un cuarto general de caballeros y otro de señoras, dos retretes, quince cuartos particulares, una pista de baile, un escenario, una cabina de cine, 210 metros de cobertizo; esto era lo correspondiente a construcción. Y como accesorios al mismo: 90 toldillas, 100 hamacas, 350 sillas, 80 salvavidas, dos duchas, instalación completa de tubería para baños calientes y servicio de limpieza, 4 tinas y una caldera para calentar aguas.

El presupuesto de las obras ascendía a la cantidad de 30.974’49 pesetas.

Después de una serie de trámites administrativos, que se fueron dilatando en el tiempo -mientras, el balneario continuaba abierto mediante permisos temporales-, el 7 de octubre de 1938 tuvo lugar el Acta de reconocimiento y recepción del balneario permanente denominado Baños de Octavio. Quedó exento de abonar canon alguno, puesto que el propietario había realizado las obras del balneario con su propio dinero, sin ayuda ni fondos del Estado, acogiéndose a los beneficios que le concedió la Orden Ministerial de 6 de mayo de 1931.

El balneario ofrecía, aparte de unas prestaciones propias de cualquier tipo de casa de baños, cine, actuaciones personales, flamenco, verbenas, Banda Municipal de Vélez-Málaga, bailes populares, etc.

A partir de ese momento, y hasta 1962, los denominados Baños Octavio siguieron su andadura, ofreciendouna amplia variedad de actividades lúdicas, que hicieron que este balneario fuese muy popular y querido, no solo por los habitantes de Torre del Mar y Vélez-Málaga, sino en los pueblos cercanos, así como los forasteros que venían de otras provincias andaluzas del interior.

Cambio de titularidad

El 22 de enero de 1962, por escritura pública otorgada ante notario, Miguel Octavio López Recio cedió todos sus derechos a Enrique Amado y del Campo, el cual se comprometió a continuar la concesión en las mismas condiciones que el concesionario.

Miguel Octavio López Recio falleció el 7 de julio de 1962. El señor Amado comenzó a tramitar la autorización para que se le admitiese la transferencia de la mencionada concesión; al mismo tiempo que pedía permiso para hacer reformas, presentando el anteproyecto de Hotel Baños de Octavio, suscrito por el arquitecto Francisco Estrada Romero.

A partir de ese momento, comenzaron una serie de trámites administrativos y, con el paso del tiempo, la situación era cada vez más compleja y difícil. Al parecer, el señor Amado presentó escritura pública en la que constaba que los terrenos del balneario le pertenecían en propiedad o dominio, pero la jefatura de Obras Públicas argumentaba que los tenía por medio de una concesión administrativa, y esta rectificación debía constar en el Registro de la Propiedad. Los años fueron pasando y, todavía, en 1972, Obras Públicas seguía requiriendo al señor Amado para que presentase la documentación debidamente legalizada que probase la transferencia del balneario.

El representante del señor Amado envió un escrito explicando la situación que ya conocemos. Pero no bastó este escrito para convencer a la jefatura de Puertos, ya que la cesión fue acordada verbalmente; solo constaba mediante acta notarial en 1962, sin legalizarse posteriormente.

Sin embargo, pese a estos pasos administrativos, y mientras se resolvían (desde 1962 hasta 1974), el balneario seguía abierto (aunque los últimos años había permanecido cercado y dedicado a huerta, y ocasionalmente a la celebración de verbenas y fiestas municipales y particulares). Así, el 19 de enero de 1974 el director del grupo del Puerto se dirigía al jefe de Costas diciéndole que, pese a que no se autorizó en su día la transferencia de la concesión, el balneario seguía abierto. También tenía noticias de que dichas instalaciones eran alquiladas por el señor Amado a terceros, a precios elevados, beneficiándose, además, de la exención del pago de canon que tenía dicha concesión. Entendía el ingeniero que debía legalizarse esta situación, y darle carácter actual a favor del señor Amado, proponiéndole un canon actualizado. Pero al pedirles los documentos pertinentes para el cambio de titularidad, éste no se presentó.

A partir de este momento y hasta 1986, existe un vacío en la documentación. Suponemos que el señor Amado cansado de las dificultades encontradas para resolver la transferencia de la concesión administrativa, vendió los terrenos a la Inmobiliaria Marsán; ésta a su vez los traspasó a Gestores Inmobiliarios S. A., mientras se construía en 1986 un edificio de galerías comerciales llamado El Copo, situado en los antiguos terrenos de los Baños Octavio. Desde ese momento comenzó un largo proceso de rechazo de las diferentes administraciones contra esta inmobiliaria por construir en lo que ellos denominaban dominio público, asimismo contra el Ayuntamiento de Vélez-Málaga, por haber concedido la licencia de obras. En esta lucha de poderes intervino la prensa, la TV regional y local, los grupos políticos, etc. Solo podemos decir que, finalmente los locales comerciales se inauguraron y aún continúan abiertos en la actualidad, sin que sepamos si el proceso pendiente con Costas se resolvió alguna vez.

Con la edificación de las galerías comerciales El Copo se extinguieron completamente los restos del conocido y popular balneario Baños de Octavio del que tan buenos y gratos recuerdos tienen los habitantes de Torre del Mar y Vélez-Málaga.