Con la llegada de los días de calor y las largas jornadas de playa y piscina, las chanclas pasan a convertirse en la prenda estrella del verano. Son ideales para dejar que los pies respiren y descansen del cautiverio al que han estado sometidos durante los meses de invierno. Y también para evitar el contagio por hongos en espacios públicos. Sin embargo, según señalan los expertos, su uso prologando y abusivo puede suponer graves perjuicios para nuestra salud y bienestar.

«La chancla es un calzado al que hay que darle un uso comedido y concreto», afirma el especialista y presidente del Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía, Jorge Barnés. «No es un calzado para todo, sirve para la playa, la piscina e incluso distancias cortas y evitar infecciones pero no es correcto llevarlo todo el día», matiza el presidente, que lleva nueve años en el cargo y trabaja en una clínica privada en Marbella, Marbeclinic.

Dicen que para presumir hay que sufrir pero no a cualquier precio. Una de las enfermedades más comunes entre los que no se separan de sus flip-flops es la fascitis plantar. Al ser un zapato plano, el músculo de la flascia plantar se estira y se inflama, provocando graves molestias. Esta enfermedad empeora cuando quienes la padecen son personas con sobrepeso que llevan una vida sedentaria.

Los podólogos añaden que las chanclas aumentan la posibilidad de torceduras y esguinces. «La falta de sujeción lateral y en el talón perjudica la fase de propulsión y origina problemas de musculatura y en los dedos». Su uso prologando o simplemente su mal uso pueden provocar el agarrotamiento de los dedos de manera crónica. Además de tendinitis, rozaduras, ampollas o agrietamientos producidos por la hipersequedad. Asimismo, recuerdan que es muy importante proteger los pies del sol durante estos meses del año para evitar que se quemen con la radiación solar.

El grosor de la suela de una chancla no es suficiente para amortiguar el impacto contra superficies duras, como el asfalto. Es por este motivo que se desaconseja utilizar chanclas durante los quehaceres diarios. Su fina suela de goma tampoco proporciona un soporte adecuado al resto del cuerpo.

Siempre que no sea para ir a la playa o a la piscina, Barnés aconseja que por el día se utilice en estos meses calurosos un calzado deportivo o tipo lonetas con una transpiración correcta y por la noche, un tacón que no supere los cuatro centímetros es lo ideal. Pero y ¿las sandalias? El experto asegura que siempre que sean funcionales, sirven, es decir, con sujeción real en el empeine y talón. De no ser así, las tiras con el movimiento del pie producen grietas. El material también es un requisito a tener en cuenta y si es noble, mejor. El caucho, plástico u otros no son los más adecuados. En esos casos es mejor ir con calcetines de algodón para que el pie transpire. La estética ya es cosa de cada uno pero las nociones más básicas a tener en cuenta son elegir modelos de materiales nobles, reemplazar nuestras chanclas cada tres o cuatro meses y asegurarnos de que elegimos la talla correcta, son algunos de los consejos que dan los expertos. Una fórmula para evitar que las consultas se llenen al culminar el periodo estival.

Los cortes en la planta del pie y en los dedos también son una constante entre los que se niegan a renunciar al zapato por excelencia durante los meses de estío.

Todos coinciden en que se subestima la importancia que tienen los pies para nuestra salud en general. «Es esa parte del cuerpo que está ahí abajo pero que resulta de vital importancia para nuestra salud», sentencia Jorge Barnés, que no duda en asegurar que a pesar de que la especialidad aún sea desconocida para muchos, en cuestión de cinco años estará a la altura del dentista. «Hasta hace una década nadie iba al dentista y ahora se ha convertido en algo habitual. Con el podólogo sucederá lo mismo», agrega. La profesión aún es joven pero ya abarca un campo muy amplio que va desde la cirugía hasta la podología estética. Y es que encima del pie está el sistema biomecánico de una persona. Pasar consulta para revisarlo, ver alguna patología o estudiar la pisada de la persona puede poner punto y final a muchos problemas. Dolores de espalda, de cabeza o cadera e incluso la mordida de un niño que utiliza brackets y no acaban de ajustarse bien a sus dientes pueden venir por un mal apoyo. «Corregir el punto de apoyo puede terminar con muchas dolencias», reafirma.

En algunos casos, enmendar el «genus valgo» -las rodillas se tocan entre sí y los tobillos están separados- entre las niñas con un diagnóstico temprano pasa también por el uso de una plantilla adecuada.

Periodos cortos de tiempo

La importancia que tiene el pie sobre nuestra arquitectura corporal es indiscutible y, si no, que le pregunten a Aquiles. Por eso hay que cuidarlos y prestarles especial atención. Esto no quiere decir que debamos renunciar de manera radical a las chanclas. Pero sí limitarnos a utilizarlas durante periodos cortos de tiempo y en los espacios para los que fueron diseñadas, como playas, piscinas o gimnasios.

No todo son desventajas. Usarlas en los espacios mencionados nos librará de males peores como los hongos o verrugas. Un mecanismo de barrera frente a los hongos y sus derivados como el pie de atleta que se desarrollan en zonas húmedas y con poca luz.

Todavía no está asentado del todo en nuestra cultura pero acudir al podólogo es cada vez más habitual entre nosotros. Jorge Barnés aconseja pasar por la consulta dos veces al año. En el caso de los niños, a partir de los siete años deben empezar a visitar al especialista.