«Esto parece el camarote de los Hermanos Marx», comenta Antonio Caparrós el director de la obra, que está vestido de diablo. Y no le falta razón: detrás de la columna aparece un gran jefe apache, muy cerca de él una dama vestida de María Antonieta; al lado de la cama pululan una geisha y un mosquetero y a un par de metros asoma un bandolero con trabuco.

Como no estamos en carnaval y hay unas veinte personas disfrazadas en un reducido espacio esto sólo puede ser una comedia de Enrique Jardiel Poncela. En concreto Un marido de ida y vuelta, la divertida historia de un marido que visita el más allá y que se deja sentir en el más acá.

Mañana miércoles a las 20 horas este grupo de voluntarios, reunidos en el grupo de teatro El Carromato, interpretará esta joya del humor español en el Teatro Alameda, a beneficio del Teléfono de la Esperanza. La entrada, 10 euros.

La función no les coge por sorpresa a los de El Carromato: «Este grupo nace en 2000 con motivo de la gala del 25 aniversario del Teléfono de la Esperanza, representamos una obra que no existía: una novela de uno de los fundadores del Teléfono que se llamaba El Carromato», cuenta Valentín Robles, uno de los responsables del grupo, que cada año actúa para la ONG malagueña.

Se trata de unos aficionados entre los que hay un par de graduados en Arte Dramático y el propio Antonio Caparrós, profesor de Filosofía en un instituto de Torre del Mar, con cerca de 40 años en las tablas.

Como cuenta Manuel Montes, uno de los cuatro fundadores del Teléfono de la Esperanza, fue Antonio Caparrós, que había interpretado antes la pieza, quien escogió la obra de Jardiel.

Otros años El Carromato ha escogido obras de Moliere, Alejandro Casona, Muñoz Seca, Mihura... «Empezamos haciendo obras serias pero ahora sólo comedia», apunta Manuel.

Y comedia es Un marido de ida y vuelta, una pieza enloquecida y a ratos surrealista con un ritmo vibrante. El Carromato y los cerca de 22 personajes de la obra se adaptan como pueden al estrecho local de Ciudad Jardín que han alquilado para guardar los pertrechos y ensayar. Ayer por la tarde tocaba ensayar el final del primer acto y en escena había más gente que en la guerra.

Pepe, el protagonista, yace vestido de torero en una cama. Parece en las últimas pero no tan mal como para no dejar sentir su ironía, por eso cuando le señalan eso de: -Ahí viene el médico Pepe.

Pepe responde:

-¡Que no entre médico, quiero morirme de muerte natural!

Como en otras ocasiones El Carromato se ofrece para representar la obra en otras funciones a beneficios de las ONG que les reclamen. «Algunas obras las hemos representado 12 veces, hemos actuado en Granada, Alicante, Almería...», recuerda Valentín Robles, que es el personaje vestido mosquetero.

Y Antonio, el director, da las últimas instrucciones al elenco: «Id clavando las frases como entran las marchas del coche, sin que haya ningún tipo de vacío». Es un inolvidable camarote de los Hermanos Marx, claro, pero mucho más organizado.