­­La teoría de la evolución de Darwin, la literatura de Bécquer, de Galdós o Clarín y, por supuesto, del malagueño Salvador Rueda, precursor del modernismo español. Todos tienen cabida en «las clases de la experiencia», como llaman los alumnos al Aula de Mayores, que en su vigésimo primera promoción se mantiene más viva que nunca.

Con más de 980 inscritos, un cuatro por ciento más que el año pasado, el programa se consolida como espacio creado para la formación, participación, encuentro y convivencia de nuestros mayores. Pues, el único requisito, superar los 55 años, no supone ningún impedimento para «ampliar conocimientos y seguir aprendiendo». Pero, aunque el aprendizaje sea el principal motivo que los conduzca hasta las aulas, estas clases suponen para los alumnos mucho más que un conjunto de apuntes, asignaturas y profesores. Y es que, conocer a aquellos que están en su misma situación, ha supuesto para la mayoría, forjar grandes amistades y apartar la temida soledad.

Cuatro meses después del inicio de las clases, «la motivación y el agradecimiento hacia sus profesores», por parte de los alumnos, está más presente que nunca. Mientras los de tercero esperan ansiosos el momento de la graduación, los de primero muestran «su entusiamo y satisfacción por el camino emprendido». Como cualquier estudiante, ahora disfrutan de sus vacaciones de Navidad, pero a la vuelta retomarán sus clases convencidos de que «nunca es tarde».

Amplia oferta

La estructura de los estudios está dividida en dos ciclos: un primero que incluye tres cursos anuales en los que se estudian dieciocho asignaturas -seis por año-, y un segundo, con otros diecinueve cursos de duración trimestral. También se ofertan cursos prácticos de Inglés, Francés, Informática y Salud y cuidado personal. Estos últimos, abiertos a los alumnos de cualquier nivel, lo mismo que la participación en todas las actividades físicas que se organizan en el Complejo Deportivo Universitario y en el gimnasio del que ahora disponen. Entre las novedades de este curso, se encuentran, además, las clases de ópera, que han sorprendido gratamente al equipo directivo al contar con una gran aceptación.

La demanda aumenta año tras año, tanto que según explica Isabel Morales, responsable del centro, el elevado número de inscritos en primero ha obligado a dividirlos, por primera vez, en dos turnos. Además, a los 980 alumnos de la capital, de los que 694 son mujeres, hay que sumar los que participan en los cursos que se imparten en distintos pueblos de la provincia y que superan ampliamente los 300 inscritos.

Virginia Torres. Alumna del Aula de Mayores"Ahora soy feliz, esto demuestra que los deseos se cumplen antes o después"

Virginia prepara el pastel que llevará a clase para la merienda navideña con la que se despedirá de sus compañeros y amigos, hasta la vuelta de las vacaciones. Como subdelegada de tercero, «es la ideóloga, e Ignacio, el delegado, el motor de todos mis planes». Pero su responsabilidad va más allá de organizar excursiones, encuentros y comidas, mantener unido al grupo requiere de su gran trabajo.

Desde que comenzara en el aula se siente «una persona mucho más feliz», puede decir que ha cumplido uno de sus sueños y asegura que «esto demuestra que los deseos se cumplen antes o después». Está encantada con sus clases, y a pesar del sacrificio personal que le supone venir todos los días hasta Málaga, pues reside en Benalmádena, su intención es continuar el próximo año.

Siempre le ha gustado indagar y aprender. «Me gusta mucho el arte y la literatura, pero lo que más la historia», explica. Su afición por los libros la llevó tras su divorcio a abrir su propia librería y, aunque solo pudo formarse como secretaria, estudiar en la Universidad ha sido siempre su sueño. Ahora que está «ampliando conocimientos», se siente más cerca que nunca de su deseo y descubrir cosas nuevas para ella, como la genética, la hace disfrutar «como una niña» de todas sus asignaturas.

Sin embargo, insiste en que lo mejor de la experiencia son sus compañeros. «En segundo todo cambió, ya nos íbamos conociendo, y la relación entre nosotros mejoró bastante. A mi me encanta conocer gente, y en tres años ha habido tiempo suficiente para hacerlo».

Todo comenzó cuando hace unos años murió su perra y sintió la necesidad de emprender algún proyecto que la mantuviese entretenida. Convenció a su mejor amiga para que la acompañase y, desde entonces, ambas asisten juntas a lo que ella llama «las clases de la experiencia». Unas aulas integradas por mayores «con un gran bagaje y mucho nivel cultural» en las que, según nos cuenta, predominan aquellos alumnos que hace tan solo unos años estaban en el lado opuesto, impartiendo las asignaturas como maestros.

Las nuevas tecnologías tampoco son ya un secreto para ellos, «ninguno de los que asistimos se ha quedado atrás» y las aplican en nuestra vida diaria. La ayuda de su hijo la ha convertido en toda una experta en este campo, tanto que tiene previsto hacer fotografías durante la merienda para después editar un vídeo con ellas.

Le ha cambiado la vida, o eso cree ella, sentirse útil socialmente y, sobre todo para su familia, «era algo más difícil antes de ir al Aula».

Juan Akindejoye. Alumno del Aula de Mayores"Me han devuelto la ilusión, los mayores no podemos estar al margen de la sociedad"

Con 65 años, y a solo dos meses de su jubilación, Juan practica deporte a diario. Como militar veterano, le gusta mantenerse activo, pero no solo físicamente, «también mentalmente». Por eso, asiste religiosamente dos veces en semana -lunes y miércoles- a sus clases en el Aula de Mayores, donde se siente «encantado y anima a aquellos que puedan a que se unan». Inmerso en el tercer y último curso del primer ciclo, cuenta agradecido que «está siendo una experiencia muy gratificante, nunca es tarde si la dicha es buena, y a mi me ha devuelto la ilusión». «Las personas mayores no pueden mantenerse al margen de la sociedad» y esta oportunidad puede ser perfecta para sociabilizar y ampliar el círculo de amigos y conocidos.

Se puede decir que son «una piña» y sus profesores han contribuido en gran medida para que esto sea así. «Son maravillosos, nos llevamos todos muy bien con ellos, porque al tener más o menos la misma edad, compartimos la experiencia de la vida y eso ayuda a que la relación sea más que buena». Sus dos hijas opinan lo mismo, le apoyan a «seguir aprendiendo» y él no puede mostrarse más orgulloso. La historia y la geografía, junto a la biología, son sus asignaturas preferidas. Pero, también, es un apasionado de la literatura, aunque reconoce que las excursiones que han realizado a pueblos como Ronda o Baeza y Úbeda han sido lo más divertido de estos años.

Todavía no tiene claro si seguirá o no el próximo año porque los cursos posteriores, los de especialización, «son ya como un máster para nosotros y la dificultad aumenta mucho». Lo cierto es que «a nuestra edad y sin cargas familiares tenemos suficiente tiempo para estudiar, estamos aquí porque queremos, y al no ser una obligación para nosotros, le ponemos mucho más interés que si lo fuese». De lo que sí está completamente seguro es de «lo nervioso que estará el día de la graduación». Ya se han hecho la foto de la orla, y tanto él como sus compañeros, esperan «ansiosos el momento» que cree será a mediados de junio.