­Aceite de oliva con acento de la comarca de Antequera. Pasas, aguacates, mango, vino, tomate. Las cocinas de la provincia, dadas hasta hace muy poco a la importación, empiezan a asomarse con regularidad a la despensa de la tierra. Según un estudio elaborado por la Facultad de Turismo, para medir el impacto del sello Sabor a Málaga creado hace tres años por la Diputación, nueve de cada diez bares y restaurantes usan ya a diario productos autóctonos. Y, además, con un alto grado de satisfacción, de entre 8 y 9 puntos sobre diez para más del 80 por ciento de los encuestados.

El trabajo, sustentado en la opinión de 400 establecimientos, refleja un vívido interés hacia la alacena local, de la que se valora fundamentalmente tanto su calidad como su diversidad. Entre las motivaciones, enumeradas ayer por Antonio Guevara, decano de la facultad y responsable de la Cátedra de Enogastronomía y Turismo, figura, en primer lugar, el elevado nivel de los productos, pero también la oportunidad que ofrecen para respaldar la producción del entorno (80,2) y colaborar con el mantenimiento de los puestos de trabajo (73,06 por ciento).

El malagueño se gira hacia su industria agroalimentaria. En algunos casos, con verdadera pasión. De hecho, más del 60 por ciento de las cocinas se abastecen con una quinta parte de los artículos procedentes de Málaga. Una cifra que, si bien está lejos del 90 por ciento al que aspira Elías Bendodo, presidente de la Diputación, supone un avance considerable. El aceite virgen extra, los vinos, los cítricos y las verduras son algunos de los artículos más aceptados, formando parte de la bodega elemental de más del ochenta por ciento de los restaurantes.

Los números son positivos, si bien todavía queda mucho camino por recorrer. A pesar de su diversidad y de su consistencia, los productos de Málaga no son la primera opción para muchos de los camareros; el 35, 8 por ciento asegura que no los compra porque no los reclama la clientela y otro 20,5 lamenta el escaso conocimiento que tienen los turistas acerca de las opciones culinarias que ofrece la tierra. Un campo, este último, en el que Antonio Guevara sugiere trabajar con insistencia. Sobre todo, para evitar que se repitan algunas de las contradicciones advertidas por el estudio, como el escaso consumo de tropicales, de mariscos o de pescados azules con origen autóctono.

Otra de las vías de mejora que presume el especialista apunta a la distribución. En este apartado también se aprecia un dato significativo: el 47,5 por ciento de los distribuidores no incluyen los productos locales entre sus propuestas, lo que hace imposible que su compra fructifique en los restaurantes.

Con todas estas salvedades, los restaurantes, agrupados en la red Horeca, que incluye también a hoteles, otorgan muy buena nota a la relación entre precio y calidad. No obstante, Guevara anima a hacer más competitivos los vinos con denominación de origen de Málaga, cuyo consumo está a veces lastrado por el alto coste.